PSICOANALISTAS QUE VIOLAN LA LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO

14 de enero, 2021

En estos días, cada vez son más los videos de psicólogxs y psicoanalistas que se reproducen en la web, con más vistas y seguidores, donde los supuestos profesionales de la salud, generalmente con un tono suave pero no por eso menos dictatorial, intentan hacer retroceder los avances logrados por el colectivo LGBTTIQ, hablando con sus antiguos saberes, psicopatologizando a las identidades trans, aun conociendo la Ley de Identidad de Género pero ignorándola. La licenciada Silvia Wainsztein, que forma psicoanalistas y atiende pacientes habla de los travestis, dice que son hombres vestidos de mujer y que poseen un núcleo psicótico. Sobre lxs niñxs, dice que no hay que creerles, que hay que ponerles límites y decirles que camino tienen que tomar. ¿Un intento de retroceso a la heteronormatividad obligatoria como eje? Parece que los estudios queer todavía no llegaron a las academias, y que éstas siguen siendo, como lo fueron siempre, un medio de control y normalización.

Hace algunos años, salí de un cajero automático y un hombre me seguía. Caminé rápido hasta encontrar a un policía en la esquina, que al escucharme preocupado me dijo que me acompañaba hasta mi casa pero si le daba una parte de la plata que yo había sacado del cajero. Cuando estudiaba psicología quería ser libre, liberarme de mis culpas, por eso me psicoanalizaba con un pope de la carrera, ocupaba un cargo muy alto en SABA (Sociedad Psicoanalítica de Buenos Aires) que viajaba dos o tres veces al año para analizarse con discípulos de Lacán. Esa “profesional” fue la que me dijo que “mi homosexualidad era un síntoma. Que ella iba a trabajar para que yo desarrollara mi heterosexualidad.

En YouTube circula un video de una psicoanalista que se presenta con tantos títulos y currículo que ya resulta sospechosa. Hace pensar algo así como que, después de tanta trayectoria “forma parte de la Escuela Freudiana de Bs. As. desde sus inicios (lo que no dice es que la escuela freudiana no admitió profesionales gays ni lesbianas hasta el 92). La licenciada Silvia Wainsztein habla de autores psicoanalíticos repitiendo lo que ellos dijeron como si fuese la biblia, y si alguien lo cuestiona ella tiene más conceptos en su disco rígido para disparar y sostener lo que tiene acumulado, guardado, ordenado de tal forma para que todo se sostenga y nada se caiga, que nada se cuestione. En Nombre del Padre, dice, repite, lo que dice Lacan como si fuese Amén.

Una psicóloga, que coordina el área forense de Gobierno, dice que ¿para qué estudiar las teorías queer?, si Freud ya lo dijo todo. Freud vivió en la época victoriana, donde sus pacientes andaban en carruajes. ¿Todavía unx profesional de la salud puede pensar que los saberes con estructurales, eternos e inamovibles?

En el programa que se difunde por la Net, y que ya cuenta con alérgicos comentarios presentan a la licenciada Wainsztein como una eminencia, “la investigadora de los niños trans”, pero ella se refiere a “los travestis” y no le cree a lxs niñxs cuando dicen que sienten pertenecer a un determinado género. Según Wainsztein se trata de un juego. Pero, los síntomas que presentan lxs niñxs cuando no son escuchadxs, no son un juego, son gritos desesperados, se les cae el cabello, sufren insomnio, enuresis, ataques de cólera, entre otros mensajes para ser escuchadxs. Entonces ¿es simplemente un juego de chicos?

La especialista en niñez trans desconoce los pormenores que atraviesan lxs niñx trans y pasando por alto este menosprecio, responsabiliza a lxs xadres que escuchan a sus hijxs diciendo que “delegan su responsabilidad en ellos”; a esta altura de sus dichos, la sangre de mi pensamiento empieza a galopar al ritmo de un candombe destartalado.

Dice muy suelta, parada desde un lugar de omnipotencia: “Es algo que tiene que ver con la ideología, con la autonomía y la libertad, y que los niños no pueden elegir y decidir porque ellos saben”. Es decir, para Wainsztein hay que evitar que lxs niñxs trans lo sean, porque para ella no existe la niñez trans; ya desde el título lo pone en cuestión el tema al ponerlo entre signos de preguntas: “Niños ¿trans?”, obviamente sin incluir a las niñas como si no hubiera varones trans. Ella no desconoce que hay estudios sobre el tema, porque cita bibliografía, incluso a la vigente la Ley de Identidad de Género, aunque lo hace horrorizada, y no desconoce que la está violando cuando patologiza las identidades trans, y lo dice explícitamente.

Es indignante, porque cuántas personas fuimos o vamos al psicólogx para liberar nuestros fantasmas y nos encontramos atrapadxs por las redes de la psicopatologización, la higiene mental, la reconversión hacia las buenas costumbre; pero no es el único caso. En Internet también circula un extracto de una conferencia pronunciada por la licenciada Irene Meler en la Universidad Nacional de La Plata, que después de repetir las palabras de Lacan como la Biblia dice: “Nuestro Paul (haciendo referencia a Paul B. Preciado) extravió el camino gravemente cuando escribió “Testo yonqui”. Ella, porque yo sigo pensando que es ella, que no se ofenda, total no está, se aplica testosterona para producirse un proceso de masculinización químico, por lo cual uno podría pensar, ya que no puedes vencerlos pues únete a ellos”.

La licenciada Meler no puede decir que desconoce la Ley de Identidad de Género, porque “yo sigo pensando en ella, que no se ofenda, total no está”. ¿Ese es el mismo respeto que le da a sus pacientes y alumnos universitarios? ¿En manos de esta gente confiamos en producir nuevos conocimientos y saberes? A Paul le puede molestar, pero a ella no le importa porque lo que no se nombra no existe. Al ignorar la masculinidad trans, la licenciada, no la ve y la niega al patologizarla, la anula; porque las transexualidades vienen, en parte a interpelarnos como personas cuando la vemos.

La Licenciada Meler sigue adelante con su anteojera, como si fuese un caballo, sosteniendo “saberes” caducos y del siglo pasado. Lo que más me llama la atención es el estallido de aplausos que produce la audiencia, futuros profesionales de la salud, próximos a graduarse.

LOS DINOSAURIOS

Volviendo a Wainsztein, cierra su video diciendo que la denominación “niño trans” le deja una marca que viene del otro, negando que es el o la niñx quién siente ese género; a veces la testarudez por hacer encajar la teoría en la práctica no tiene límites. Wainsztein sostiene a la heterosexualidad como un mandato obligatorio, y desde su lugar hegemónico no aporta nada nuevo al asunto, sino que avasalla a las personas y su libertad por ser lo que es.

“No hay reconocimiento de la falta. No hay reconocimiento de la castración”, repite otra vez  conceptos lacanianos como si fuese un mantra; ahora pareciera que tiene tapones en los oídos, paradójicamente cuando ese sentido sería la herramienta principal de su práxis. Remata el video diciendo indignada y con soberbia: “Hay una forclusión”, “hay una promoción del transexualismo desde la infancia”.

Es curioso que “la investigadora de niños trans” cuando quiere sostener un concepto, de su vieja escuela, y patologizar a las niñeces trans lo haga con “Yo nena, yo princesa” y no desde un estudio de su propia clínica; llama la atención, ¿no?, libro con libro ¿y la vida?  ¿la experiencia? Cuando Wainsztein habla de Luana dice “el”, no ella. Dice que al “nombrarla como niña trans se la diagnostica”; claro, porque para ella la transexualidad sigue siendo una enfermedad. Lo que hace la psicóloga de Luana es simplemente escucharla y nombrar la identidad que Luana siente, ¿dónde la diagnostica? Lo grave de todo esto es que esta persona atiende pacientes y forma profesionales en fila, cuando lxs pacientes depositan confianza y hasta sus sueños (lo que ellxs mismes desconocen) en su diván. Y ella ¿con qué fines opera?, ¿desde qué lugar trabaja? ¿con qué finalidad? Acá, “lo siniestro” aplica en todos sus sentidos.

Mansilla se queja cuando lxs profesionales tratan a sus pacientes como “casos”. No somos policías en acción, a ellxs le propongo escuchar a lxs niñxs limpios de prejuicios, con respeto, sin tratarlxs como seres inferiores que no saben lo que sienten. Pero, Wainsztein, lejos de mantener esta postura, dice: “Habría que ver cómo continúa la vida de este personaje”, (Sí, trata de personaje, de manera peyorativa a unx niña de 7 años, y a Luana la sigue llamando “el niño”.

Concluye con énfasis queriéndose quedar con la última palabra, antes del Amén: “No podemos decir niño trans. Niños trans es una nominación que coagula para siempre a alguien que todavía ni siquiera podemos diagnosticar”. ¿Diagnosticar? ¿Es decir estigmatizar a una persona si está enferma o sana? ¿Desde qué lugar habla esta persona? Después, cuando cita a Catherine Millot, por el libro “Exsexo”, habla otra vez de “estos fenómenos” en vez de llamarlas “personas”. Orgullosa dictamina: “El transexualismo, al solicitar una intervención quirúrgica para poder convertirse en el otro sexo o tomar hormonas desde la pubertad, tiene que ver con un núcleo psicótico que en la mayoría de los casos estabiliza y queda bajo el nombre de trans, ni siquiera transexual… Travestirse es disfrazarse. El travestismo juega a ser mujeres con penes y hay muchos hombres a quienes los travestis seducen. Cuando el varón, que cree que es una mujer, aparece el miembro fálico. Es decir, el travesti goza con la angustia del pertener porque aparece algo donde no tiene que estar.” Concluye diciendo: “No habría transexuales si no hubieran cirujanos e industria farmacéutica”.

O sea que hay culpables de esto. Dice que no hay alternativas, que no se puede elegir, que nosotrxs no decidimos. Entonces, ¿quién decide? Ella, en nombre del inconsciente, quiere decidir por nosotrxs, por nuestra identidad, es decir, por nuestra vida. A esta señora que habla en su video, le decimos que (no sé ella que habla en nombre de Lacan y del inconsciente) pero hay personas que sí elegimos, y elegimos ser diferentes a lo hegemónico, y fiel a lo que sentimos. Por Rodolfo Facundo Soto, editor de www.buenisairesinclusiva.com.ar

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