
¿QUÉ ES LA PERSPECTIVA DE GÉNERO PARA PSICÓLOGXS?
4 de agosto, 2022
LA DIVERSIDAD DESDE LAS PSICOTERAPIAS
Lic. Facundo Rodolfo Soto
Cuadro ‘Quema de Sodomitas’ de 1495 (Museo Nacional del Prado) / Pedro Berruguete.
El presente trabajo invita a pensar qué es violento en el consultorio, partiendo desde la responsabilidad que imparte –con sus intervenciones y constructos teóricos- la figura del psicólogx o terapeuta. La disputa de poder no queda afuera de este dispositivo, aunque no de forma consciente, por eso el trabajo personal de de-construcción y de-formación debe primar para que pueda llevarse adelante un tratamiento horizontal, tal como lo entendemos dentro del marco bio-psico-social, focalizado en las personas, y no en la construcción de un diagnóstico que esgrime sus bases en el binarismo salud-enfermedad. Nuestra propuesta es salir de este binarismo y no estigmatizar a lxs pacientes o consultantes como enfermos o sanos, no buscar un síntoma, sino escuchar el motivo de consulta y focalizarnos en acompañar a la persona (no sujeto, no individuo) para poder afrontar y resolver el obstáculo que se le presenta.
Cuando hablamos de de-formación estábamos haciendo alusión a la poco o nula información con la que suelen contar lxs psicólogxs (o terapeutas) en relación a otros universos que no forman parte de “la teoría psi”, como por ejemplo la literatura o el dinamismo y desafío que implica escuchar los reclamos, por ejemplo del colectivo LGBT, sin pasarlo por el tamiz de la interpretación que remite a hechos o sucesos pasados relacionándolos con la teoría “psi”, donde termina psicopatologizando los reclamos por la búsqueda de nuevos derechos (siempre a favor del respeto y de la libertad) al encontrarse aferrados a la teoría y un marco teórico rígido del que no pueden desprenderse. Tal es el caso de la no incorporación de la Ley de Identidad de Género a la práctica y –por más que enuncien un discurso políticamente correcto sobre esta ley- muestran –o intentan hacerlo- con supuestos hechos (interpretativos y anclados en viejas teorías) que las identidades autopercibidas son producto de fallas estructurales en la constitución del sujeto, psicopatolgizando de psicóticxs a las personas que eligen su nombre y viven el género que sienten, más allá de sus genitales. Pero esto no pueden entenderlo debido a la dura fijación que llevan arraigada, desde sus prejuicios personales y falta de de-construcción, hasta la apertura para leer nuevos materiales que contrastan y destruyen las teorías que no funcionan en nuestros tiempos. Así, queda de manifiesto que diagnosticar y patologizar personas es un acto de violencia que la encarcela a estigmas teóricos para poder asirla desde un constructo que establece, desde la psicología, lo que es normal y lo que es patológico; ignorando o desmintiendo que estos cambian con el tiempo (lo que era obsceno en 1960 no es obsceno hoy –ver el caso Carlos Correas) y que las leyes y teorías –por más que estén supuestamente basados en la práctica- están hechas por seres humanos que responden a ideas, ideologías y a un tiempo al cual se encuentran sujetos, y que las teorías cambian como el tiempo y las libertades y reclamos de las personas. Si no hubiese existido el movimiento LGBT para reclamar la despatologización de las homoexualidades, éstas seguirían siendo abordadas como enfermedades. Recordemos algunos métodos de curación que se utilizaban en otras épocas para “curarla”. Empecemos por ver en qué etapa de poder (y abuso del mismo, anclado en rígidos sistemas de opresión) se encuentra Rusia, hoy en día, con este tema.
En la nota “Los controvertidos tratamientos médicos que usan en Rusia para ‘curar la homosexualidad’, escrito por Anastasia Golubeva y publicado por la BBC el 1 de mayo de 2017, leemos: “Algunos médicos ofrecen «curas» para la homosexualidad pese a que Rusia no la considera oficialmente un trastorno mental. Ser gay ya no está considerado un trastorno mental en Rusia. Al menos, no de manera oficial.
El país retiró en 1999 la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, 26 años después que Estados Unidos y 7 años después que la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los científicos no reconocen la efectividad ni ven la necesidad de ningún tratamiento contra la homosexualidad.
Sin embargo, en Rusia, hay gente que acude a médicos que ofrecenuna variedad de «curas gays»y, tras las denuncias de que en la república rusa de Chechenia se está realizandouna «purga» de homosexuales, los testimonios de pacientes han comenzado a salir a la luz. Hipnosis y autoayuda: El psicoterapeuta Yan Goland, de 80 años, es uno de los pioneros en el «tratamiento» contra la homosexualidad en el país. Desde Nizhny Novgorod, a 400 kilómetros de Moscú, asegura haber curado a 78 homosexuales y 8 transexualescon un método de tres pasos desarrollado por su mentor, el psicoterapeuta Nikolai Ivanov.
«Cuando alguien acude a mi consulta, le muestro casos similares: los antes y después. El paciente se llena de esperanzas… y entiende que necesita seguir un tratamiento. Este puede durar entre 8 y 18 meses. Aunque, en el caso de los transexuales, se puede extender hasta los 2,5 años. Una vez tuve una paciente particularmente difícil y trabajé con ella durante 8 años», cuenta al servicio ruso de la BBC.
Esta cura se divide en tres estadios. El primero busca «extinguir» la atracción individual a miembros del mismo sexo y se basa en sesiones de hipnoterapia que pueden durar hasta ocho horas. También emplea una combinación de psicoanálisis y terapia de afirmación, a través de la cual intenta influir en los sueños.
En la segunda fase, el objetivo es crear atracción hacia el sexo opuesto. Para conseguirlo, Goland motiva a sus pacientes masculinos para que vean a las mujeres de su entorno como un objeto sexual.
«Les digo: ‘Cuando salgas de esta sesión, camina por la calle y echa un vistazo a todas las mujeres jóvenes con las que te cruces. Interésate por sus figuras y elige a la mejor'», explica el «especialista».
El último paso consiste en tener relaciones sexuales con gente del sexo opuesto.
«En el camino correcto»
Yuri, de 40 años, fue paciente de Goland. Relata que fue siguió su tratamiento a inicios de la década de los 90 porque quería «despertar y estar en el camino correcto». En cambio, acabó con el deseo sexual hecho pedazos.
«El resultado fue, sin ninguna duda, negativo. Incluso, dañino. Para ser sincero: catastrófico», afirma Yuri.
Si uno busca en Internet «cómo curar la homosexualidad», encontrará una serie de sitios web que ofrecen consultas en línea con médicos. Como el de los hermanos Nikitenko, que se describen a sí mismos como psicohipnotizadores y ofrecen un curso de dos meses de audio-hipnosis. Cada sesión cuesta US$88.
Nikolai Nikitenko ve la homosexualidad como una clase de de trastorno obsesivo compulsivo.
«Cuando ves pornografía y practicas sexo gay, creas una nueva vía neuronal en tu cerebro. Un joven de 18 años de Vladivostok me llamó para decirme que le preocupaba estar volviéndose gay durante 9 horas diarias. Ya tiene la próstata inflamada y una úlcera estomacal. Cree que se va a morir de cáncer en un par de años», afirma.
La hipnoterapia de los hermanos Nikitenko busca desestresar al paciente y enseñarle «las formas adecuadas de comportarse y reaccionar».
Peresvetov, líder de una organización protestante, promete ayudar al colectivo gay a «rechazar» su sexualidad.
«Él se entrenó a sí mismo para convertirse en gay, así que lo estamos entrenando para que sea heterosexual y así ya no tendrá que preocuparse de controlar sus sentimientos», asegura Nikitenko.
Junto a su hermano, afirma haber tratado a siete gays que querían dejar de serlo y descarta «cualquier posibilidad de recaída».
Como la adicción a las drogas: Existen varias organizaciones religiosas que también ofrecen «tratamientos» para homosexuales.
Algunas de las instituciones contactadas por la BBC no quisieron revelar la naturaleza de los tratamientos y aseguraron que solo dan declaraciones a la prensa religiosa.
El pastor Yevgeny Peresvetov, líder de la organización protestante Vosstanovleniye (una palabra rusa para «resurrección» y «rehabilitación»), promete ayudar al colectivo gay a «rechazar» su sexualidad.
«Prácticamente, todos los homosexuales sufren de homosexualidad», afirma el clérigo. En su opinión, ser gay es «la perversión del orden espiritual de una persona». El canal de YouTube de su organización muestra los testimonios de dos hombres que «se libraron de pecado a sí mismos» al «quitarse de encima la homosexualidad».
El pastor incluso oficia servicios en un club de Moscú vestido con un traje elegante, corbata de Jesús y barba completa. Pero por más moderno que esto pueda parecer, sus puntos de vista sobre por qué hay gente homosexual son extremadamente polémicos:
«Porque el padre del individuo no estuvo presente o porque era violento. O porque estuvo de forma periférica… Los homosexuales consiguen la libertad cuando hallan en Dios su figura paterna», defiende.
Peresvetov también ayuda a adictos al alcohol y las drogas. Para él, no existe una diferencia entre estas adicciones y la homosexualidad. Cree que en el fondo de ambos problemas hay un «hambre espiritual».
Para las familias rusas, buscar ayuda de instituciones religiosas para «curar» a menores que han salido del armario no es nada fuera de lo común.
Rusia retiró en 1999 la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, 7 años después que la OMS. Sin embargo, a María, de 27 años, la llevaron a la iglesia en contra de su voluntad para recibir uno de estos tratamientos cuando tenía 13 años. Le echaron agua bendita en la cara mientras el resto rezaba plegarias.
«No podía oír nada. Estaba llorando a gritos. Después de eso, continuaron leyendo plegarias un buen rato. En la iglesia, me dijeron que mi atracción por las mujeres venía de Satán», le dijo a la BBC.
«Me cubrieron de agua bendita y me obligaron a beberla. A veces, me golpeaban con varas. Siento que rompieron mi voluntad. Aún sufro pesadillas. Los sacerdotes me dijeron que iba a ir al infierno», recuerda.
María no está sola: Tatyana, de 23 años, asegura que fue arrastrada hasta una clínica psiquiátrica. Allí le dijeron que la verdadera orientación sexual de una persona no se establece hasta los 30 años y que lo que ella realmente quería era un cambio de sexo porque no le gustaba su cuerpo.
Tatyana afirma que le recetaron antidepresivos y le dijeron que debía hacerse unas pruebas en la clínica.
Yevgeniya, una mujer transgénero de 19 años, cuenta que una experiencia similar cuando le dijo al médico que se sentía mujer. «El primer doctor dijo: ‘Lo que pasa es que te has dejado llevar. Mírate, ¡eres un hombre de verdad! ¿Quieres una cirugía? ¿No puedes simplemente vivir como lo hace el resto del mundo?».
Un segundo facultativo le sugirió que, probablemente, fuera un hombre gay y que los accesorios de mujeres no le quedaban bien. Concluyó que estaba intentando llamar la atención.
Los especialistas advierten de los efectos dañinos que pueden tener estos «tratamientos».
«¿Quién va a necesitar a alguien como tú? ¿Crees que alguien te va a contratar? Y no te olvides de tus amigos», asegura que le dijo el médico. «Me dijo que me tenía que resignar a la idea de que yo era un hombre y que tenía que someterme a sus pruebas. Me aseguró que me ayudarían a convertirme en una persona normal», recuerda.
«No puedes cambiar tu orientación sexual»: Pero hay algunos especialistas rusos cuyas opiniones están más en línea con las de sus colegas occidentales y científicos de todo el mundo.
«Normalmente, uno se da cuenta de su orientación sexual entre los 11 y los 13 años… Las hay de diferentes tipos y la homosexualidad es una de sus variantes normales», explica a la BBC el psicólogo Pavel Sobolevsky, quien trabaja con pacientes del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales).
«No puedes cambiar tu orientación sexual», insiste y esto es los que dice a sus pacientes cuando le hacen alguna consulta sobre el tema. Advierte que intentos de modificarla con psicoterapia pueden resultar dañinos.
Terapia de reorientación sexual
La terapia de reorientación sexual (también conocida como terapia de conversión sexual, reparativa o de des-homosexualización) consiste en una serie de métodos pseudocientíficos enfocados al cambio de la orientación sexual de personas homosexuales y bisexuales para intentar convertirlos en heterosexuales, o para eliminar o disminuir sus deseos y comportamientos homosexuales, incluyendo la modificación del comportamiento, la terapia de aversión, el psicoanálisis, la oración y el consejo religioso. Esta práctica está estrechamente relacionada con el movimiento ex gay, que es más explícitamente religioso. Los grupos de ex-homosexuales tienden a concentrarse en evitar actividades homosexuales y secundariamente (o a veces, en absoluto) en cambiar la tendencia subyacente.
La Asociación Estadounidense de Psicología condena estas terapias que intentan cambiar la orientación sexual de los pacientes, indicando que hay grandes probabilidades de que los pacientes sufran depresión y tendencias suicidas. Además, declaró que los psicólogos y demás terapeutas no deben decir a sus clientes homosexuales que pueden convertirse en heterosexuales a través de terapia u otros tratamientos ya que no existe evidencia sólida de que esto sea posible. Estas declaraciones fueron realizadas luego de una investigación que duró dos años y en las que participaron sus 150 000 miembros.
Historia y desarrollo de la doctrina[editar]
El desarrollo de la terapia de reorientación sexual puede ser dividida aproximadamente en tres periodos: un primer periodo freudiano, un segundo periodo en el que la terapia de reorientación tenía la aprobación de la mayoría del establishment de la salud mental, época en la que los médicos se convirtieron en el «superintendente principal» de la sexualidad, y un periodo posterior a los disturbios de Stonewall, cuando la mayoría de la profesión médica rechazó la terapia.2
Freud y los primeros sexólogos (1886-1939)[editar]
Los primeros intentos de clasificar la homosexualidad como una enfermedad se realizaron en el movimiento europeo de sexólogos a finales del siglo XIX. En 1886 el sexólogo Richard von Krafft-Ebing listó la homosexualidad entre otros 200 casos estudiados de prácticas sexuales pervertidas en su obra final Psychopathia Sexualis.
En 1896 Sigmund Freud publicó sus ideas sobre el psicoanálisis. Freud creía que todos los humanos eran bisexuales por nacimiento y que, el que una persona en particular manifestase la homosexualidad o la heterosexualidad, era resultado de factores ambientales que interactuaban con los impulsos sexuales biológicos. Freud expresó serias dudas sobre el potencial de la conversión terapéutica.2En una famosa carta a una madre que le pidió a Freud que tratase a su hijo, escribió:
Preguntándome si puedo ayudar [a su hijo], quiere preguntar, supongo, si puedo eliminar la homosexualidad y hacer que la heterosexualidad pueda tomar su puesto. La respuesta es que generalmente no podemos prometer que lo consigamos. En un cierto número de casos tenemos éxito desarrollando los gérmenes de las tendencias heterosexuales que están presentes en todos los homosexuales, en la mayoría de los casos ya no es posible. Es una cuestión del tipo y de la edad del individuo. El resultado del tratamiento no puede ser predicho. […] La homosexualidad seguro que no es una ventaja, pero no es nada de lo que haya que estar avergonzado, ningún vicio, ninguna degradación, no puede ser clasificada como una enfermedad.
Sigmund Freud
Freud no consideraba la homosexualidad como una «anomalía» ―como lo hacía la psiquiatría de su época― sino que postulaba que todo individuo podía realizar esta «elección» debido a la universalidad de la bisexualidad psíquica por él postulada.16
Hasta mediados del siglo XX, los intentos médicos de «curar» la homosexualidad han incluido tratamientos quirúrgicos como:
la ooforectomía,
la castración,
la vasectomía,
la cirugía del nervio pudendo, y
la lobotomía.
También se ha intentado el tratamiento con diversas sustancias, que incluyen:
el tratamiento hormonal,
el tratamiento de choque farmacológico, y
el tratamiento con estimulantes y depresivos sexuales.
Otras prácticas incluyen:
el intento de reducción de la aversión hacia la heterosexualidad,
tratamiento por electrochoque,
terapia de grupo,
hipnosis, y
psicoanálisis.
Mientras que algunos de estos tratamientos —que incluyen el de choque eléctrico y de las drogas inductoras de náuseas— todavía están en uso,algunos prominentes terapeutas de reorientación sexual que abogan por el método de reorientación psicoanalítico, denuncian a todos los demás métodos como «charlatanería».
Terapia de conversión y nazismo
Parte de la ideología nazi era la consideración de la homosexualidad como una enfermedad, ya que se oponía a la noción de la raza aria que los científicos nazis buscaban perfeccionar. La homosexualidad era considerada como un defecto del carácter y por lo tanto susceptible de ser «curada» a través de algún tipo de terapia. De hecho, los homosexuales alemanes eran considerados como parte de la raza aria y por lo tanto se pensaba que había que conseguir que estos individuos se adaptaran a las convenciones sexuales y sociales. Homosexuales que no cambiasen su comportamiento sexual eran enviados a campos de concentración. En total, fueron enviados unos 10 000 homosexuales, de los que solo sobrevivieron un 40 %. Las lesbianas no fueron perseguidas, ya que se creía que su «conversión» a la moral nazi y los estándares sociales era más fácil.
El médico Carl Vaernet (1893-1965) empleó inyecciones de hormonas, la castración y otras técnicas para tratar de «curar» a los homosexuales en el campo de concentración de Buchenwald. Tras la Guerra, Vaernet fue apresado por las autoridades británicas y entregado al gobierno danés para ser juzgado por crímenes de guerra, pero consiguió escapar y continuó su actividad en Argentina.
Afianzamiento (1939-1969)
Durante las tres décadas entre la muerte de Freud (1939) y los disturbios de Stonewall (1969), la terapia de conversión disfrutó de una época de empleo agresivo del tratamiento de homosexuales y la aprobación de la profesión psiquiátrica.Investigadores conocidos que discutían sobre la conversión terapéutica incluían entre otros a Edmund Bergler, Irving Bieber, Albert Ellis, Abram Kardiner, Sandor Rado y Charles Socarides.Rado rechazaba la teoría de Freud de la bisexualidad innata, argumentaba que la naturaleza humana es por defecto heterosexual y que la homosexualidad era causada por la psicopatología de los padres.
Socarides y Kardiner desarrollaron teorías similares: Socarides interpretó los deseos homosexuales como una enfermedad originada de un conflicto entre el yo y el ego, que aparece típicamente a edad temprana en un «ambiente dominado por las mujeres, en el que el padre está ausente, es débil o es sádico».
Los terapeutas de conversión también rechazaban el pesimismo de Freud sobre la posibilidad de cambiar la orientación sexual con terapia: Bieber publicó en 1962 un estudio que concluía que «aunque este cambio puede ser conseguido con mayor facilidad por unos que por otros, a nuestro juicio, un cambio hacia la heterosexualidad es una posibilidad para todos los homosexuales que estén fuertemente motivados para el cambio». Se asumió que la homosexualidad era una psicopatología: Ellis encontraba que «los homosexuales fijos en nuestra sociedad son casi indefectiblemente neuróticos o psicóticos… por lo tanto, no se puede encontrar ningún grupo de homosexuales normales en ningún sitio».Este punto de vista tuvo el respaldo de la American Psychiatric Association (Asociación Psiquiátrica Estadounidense) en 1952 en la primera edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-I; Manual para el diagnóstico y la estadística de desórdenes mentales), que clasificaba la homosexualidad como un desorden mental.
Evelyn Hooker era una voz contraria tras publicar su influyente artículo The Adjustment of the Male Overt Homosexual en 1957,donde afirmaba que «los homosexuales no eran intrínsecamente anormales y que no había diferencia entre hombres homosexuales y heterosexuales en términos de patología».
Los profesionales que consideran la orientación sexual como resultado de un comportamiento aprendido es posible que adopten técnicas de modificación del comportamiento.Estas pueden incluir técnicas de reacondicionamiento de la masturbación, visualización y aptitudes sociales.Los procedimientos más radicales incluyen la terapia de aversión y la terapia de electrochoque.Casos documentados incluyen choques eléctricos a los genitales del paciente, a veces junto con imágenes desagradables, que incluían montones de heces y lesiones debidas al sarcoma de Kaposi. En otro caso se empleó la pletismografía peneana, que emplea sensores eléctricos unidos a los genitales para medir la excitación sexual, se empleó junto con la terapia de choques eléctricos sobre el pene del paciente cuando se excitaba con imágenes homoeróticas.
En 1966, el psicólogo estadounidense Martin E. P. Seligman informó que la terapia de aversión para cambiar la orientación sexual «funcionaba sorprendentemente bien», y que más del 50% de los hombres que habían sufrido la terapia habían dejado de seguir sus impulsos homosexuales.Estos resultados produjeron lo que Seligman ha descrito como «una explosión de entusiasmo sobre el cambio de la homosexualidad [que] barrió la comunidad terapéutica» después de que los resultados fueran publicados en 1966.Sin embargo, Seligman indica que más tarde se descubrió que los resultados eran defectuosos: la mayoría de los hombres que habían dejado de tener sexo con otros hombres eran de hecho bisexuales. Entre los hombres que eran principalmente homosexuales, la terapia de aversión tenía mucho menos éxito.
Los gobiernos también han empleado estos métodos. En 1952, el gobierno británico sometió a Alan Turing a estas técnicas después de que fuera arrestado por tener sexo con un hombre. En 1970 y 1980, el Ejército sudafricano lo empleó en los años setenta y ochenta a las personas sospechosas de ser homosexuales. Tan recientemente como en 1992, el Phoenix Memorial Hospital empleaba estos métodos en niños de hasta 10 años.En la India, donde la homosexualidad es ilegal, todavía se emplean estos métodos. La terapia de aversión ya no está autorizada por la APA como una manera apropiada de tratar la homosexualidad.
Reacción post Stonewall contra la terapia de conversión
En 1969, los disturbios de Stonewall dieron inicio al movimiento LGBT moderno en Estados Unidos y aumentaron la visibilidad del colectivo LGBT. En 1973, tras un intenso trabajo de lobby por parte de grupos LGBT, nuevas informaciones científicas de investigadores como Evelyn Hooker y Kinsey, y desacuerdo desde las filas de los psiquiatras, el APA desclasificó la homosexualidad como un desorden mental,con un voto del 58% de los miembros apoyando la medida.En 1974 la American Bar Association (Colegio de abogados de Estados Unidos) aprobó el Model Penal Code (código penal modelo), que incluía la descriminalización de los actos homosexuales entre adultos que consienten y en 1992 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, sustituyéndola con la orientación sexual egodistónica. A finales de la década del 2000, las principales organizaciones de salud mental de Estados Unidos afirman que la terapia de conversión es potencialmente dañina y que hay poca o ninguna evidencia de su efectividad.
Comenzando en 1976, Exodus International comenzó a recomendar a gente hacia sacerdotes que intentaban cambiar su orientación sexual. Los sacerdotes de Exodus consideran desde una perspectiva religiosa que las relaciones homosexuales son un pecado.Creen que la atracción homosexual no es una elección y que está causada por muchos factores, como padres de mismo sexo ausentes o distantes, exceso de relación con el padre del sexo contrario, abuso sexual, exposición temprana a la pornografía o al lenguaje sexualmente explícito, malas experiencias con actividades específicas para un sexo, aislamiento de compañeros de su propio sexo o insultos recibidos de joven; llaman a sus pacientes «luchadores». En 2007, Exodus es la organización de ex gays más visible de Estados Unidos, que ocasionalmente realiza un anuncio a página completa en un periódico o en carteles en la calle.
California fue el primer estado del país que en 2012 aprobó la prohibición de las “terapias” reparadoras o de conversión en menores de edad. Le siguieron el también estado de Nueva Jersey (varios meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por unanimidad en 2014) y los estados de Oregón, Illinois y Vermont. Nuevo México lo hacía en abril de 2017, después de que Susana Martínez, gobernadora republicana, decidiese finalmente sancionar la ley, aprobada por una legislatura de mayoría demócrata. En Nevada, gobernada por el republicano Brian Sandoval, sancionaba el 17 de mayo la ley aprobada por una legislatura de mayoría demócrata. El 10 de mayo, Connecticut rubricaba un texto similar, previamente aprobado por la legislatura de su estado. En julio de 2017 se sumó a la lista Rhode Island.
Nuevos modelos psicoanalíticos y la etiqueta «reparadora»
La etiqueta «reparadora» tiene su origen en 1983, cuando Elizabeth Moberly, psicóloga de investigación, acuña el término «impulso reparador» para denominar a la homosexualidad masculina, interpretando los deseos de hombres por hombres como un intento de reparación de la conexión entre padre e hijo, inexistente en la infancia.La autora animaba a la creación de relaciones entre hombres tanto con los mentores como con compañeros y amigos como una manera de contener la atracción homosexual.A veces se emplea incorrectamente «terapia reparadora» como sinónimo de «terapia de reorientación sexual», a pesar de que la terapia reparadora es solo un tipo de terapia de reorientación.
En 2015, John Smid una de los principales figuras de Love In Action, organización dedicada a las terapias de reorientacion sexual que se dedicaba a “erradicar la homosexualidad del mundo”, pues la consideraba una enfermedad anunció que contraía matrimonio con un hombre.
En un libro de 1991, Joseph Nicolosi argumentaba:
«Cada uno de nosotros, tanto hombres como mujeres, está impulsado por el poder del amor romántico. Estos enamoramientos consiguen su poder gracias al impulso inconsciente de convertirse en un ser humano completo. En heterosexuales, es el impulso de reunir la polaridad macho-hembra a través del anhelo por lo distinto de mí. Pero en homosexuales, es el intento de conseguir una completitud deficiente del sexo propio inicial».
Este libro ha sido criticado como «un tratado religioso sobre la homosexualidad, levemente disfrazado de documento científico. En el nuevo paradigma religioso cum científico, la salud mental se define como conformidad a los valores y normas tradicionales».
La base psicoanalítica de las teorías de Moberly, Nicolosi y Socarides han ayudado al psicoanálisis a ganar «su presente estatus mítico de implacable enemigo de las identidades gais y lesbianas».Este estatus continúa incluso a pesar de que muchos psicoanalistas han repudiado el prejuicio antigay dentro del campo y tanto la American Psychoanalytic Association (Asociación Psicoanalítica Estadounidense, conocida por el acrónimo APsaA) y la American Academy of Psychoanalysis (Academia Estadounidense de Psicoanálisis) han emitido comunicados antidiscriminatorios.La APsaA ha criticado específicamente a NARTH, afirmando «que esa organización no se adhiere a nuestra política de no discriminación y […] sus actividades son humillantes para nuestros miembros gais y lesbianas».
A 2007, la mayoría de los profesionales de la salud consideran que la terapia de reorientación está desacreditada, pero algunos profesionales todavía trabajan con ella.2En 1992, Nicolosi, Socarides y Benjamin Kaufman fundaron la NARTH (National Association for Research & Treatment of Homosexuality: Asociación Nacional para la Investigación y Tratamiento de la Homosexualidad), una organización de salud mental marginal que es la partidaria más ruidosa de la terapia de conversión. Los terapeutas de reorientación se suelen presentar a sí mismos como aquellos que ofrecen la posibilidad de elegir a los homosexuales que no están satisfechos con su orientación sexual. A menudo enfatizan el hecho de minimizar o no actuar llevado por los impulsos homosexuales, más que eliminarlos definitivamente. Algunos movimientos religiosos conservadores apoyan el movimiento, tanto su ideología como sus finanzas. John Paulk, anteriormente perteneciente a Focus on the Family, ha dicho «tal como hace la Iglesia, debemos continuar a denunciar valientemente la agenda homosexual radical, mientras asistimos a aquellos que se encuentran atrapados en ese estilo de vida […] es un acto de compasión advertir sobre los peligros de la homosexualidad para evitar a los individuos la pena y el dolor de ese comportamiento. Al mismo tiempo, siempre debemos recordar que muchos se vuelven hacia la homosexualidad precisamente porque han experimentado el rechazo de las personas más próximas a ellas. La iglesia no debe agravar ese rechazo, sino que debe ser un oasis de gracia, curación y esperanza».
Fuera de los Estados Unidos
El desarrollo de modelos teóricos sobre la orientación sexual en otros países con profesionales de la salud mental a menudo siguen los pasos de la evolución dentro de los Estados Unidos (aunque a una velocidad reducida), cambiando desde una concepción patológica de la homosexualidad a una no patológica.Algunos países (por ejemplo, China) nunca han practicado ampliamente la terapia de reorientación, independientemente del modelo teórico, mientras que en otros países la práctica ha ido disminuyendo según cambiaba la mentalidad.
Organización Mundial de la Salud
El ICD-10 de la Organización Mundial de la Salud, que junto al DSM-IV es ampliamente empleado en el mundo, afirma que «la orientación sexual por sí misma no se puede considerar un desorden».En su lugar lista la orientación sexual egodistónica, que define como «la identidad o la preferencia sexual (heterosexual, homosexual, bisexual o prepubertal) no está en duda, pero el individuo desea que fuera diferente, por estar asociada a desórdenes de comportamiento, y puede que busque tratamiento para cambiarlo». lo cual puede llevar al suicidio «OPS/OMS advierte que «terapias» de cambio de orientación sexual no tienen justificación médica y amenazan bienestar de personas»La APA eliminó la homosexualidad egodistónica del DSM-IV en 1987 y se opone al diagnóstico tanto de la homosexualidad como de la homosexualidad egodistónica como un tipo de desorden.
Asociación Mundial de Psiquiatría
La Asociación Mundial de Psiquiatría, «organización paraguas que agrupa a 138 sociedades de Psiquiatría de 118 países y que representa a más de 200.000 psiquiatras», se posicionó claramente en 2016 afirmando que la homosexualidad no es patológica y que las «terapias reparativas» no sólo son ineficaces, sino que incluso son perjudiciales:
La Asociación Mundial de Psiquiatría reconoce la universalidad de la expresión homosexual en las diferentes culturas. Mantiene la postura de que la orientación homosexual en sí misma no implica disfunción psicológica objetiva o deterioro del juicio, la estabilidad o la capacidad profesional. […] reconoce la falta de eficacia científica de los tratamientos que intentar modificar la orientación sexual y subraya el daño y los efectos adversos de tales «terapias». […] apoya la necesidad de despenalizar la orientación y la conducta homosexuales, así como la transexualidad, y de incluir los derechos LGTB entre los derechos humanos, civiles y políticos.
Argentina
En Argentina, las terapias de reorientación sexual están prohibidas en la Ley Nacional de Salud Mental, la cual, en su artículo tercero establece: «En ningún caso puede hacerse diagnóstico en el campo de la salud mental sobre la base exclusiva de […] elección o identidad sexual».
Teoría y técnicas contemporáneas
Teorías psicoanalíticas
Nicolosi es el principal representante de la teoría de que los deseos homosexuales son una manera de desarrollo psicosexual insuficiente, que es debido a «un vínculo incompleto y la identificación resultante con el progenitor del mismo sexo, que es luego reparado simbólicamente en la psicoterapia».Sus planes de intervención correspondientes, basados en el psicoanálisis, incluyen el condicionamiento del hombre a los roles masculinos. El hombre deberá:
1)
participar en actividades deportivas;
2) evitar actividades consideradas de interés por los homosexuales, como museos
de arte, ópera, sinfonías;
3) evitar mujeres, si no es para contactos románticos;
4) aumentar el tiempo que pasa con hombres heterosexuales para aprender a
imitar las maneras masculinas de andar, hablar e interactuar con otros hombres
heterosexuales;
5) ir a misa y unirse a un grupo de hombres que van a la iglesia;
6) participar en un grupo de terapia reparativa para discutir el progreso, o si
vuelve a caer en la homosexualidad;
7) volverse más enérgico con las mujeres a través de flirteos y salir con
ellas;
8) comenzar a salir con parejas heterosexuales;
9) tener relaciones sexuales heterosexuales;
10) contraer matrimonio heterosexual y
11) tener hijos propios.
Nicolosi ha afirmado que, en cualquier caso, si un padre y su hijo tienen una relación normal, el hijo no será gay.Estos enfoques psicoanalíticos homofóbicos han sido repudiados por la mayoría de los psicoanalistas y las teorías sobre las que se basan están refutadas por análisis que son más positivos hacia los homosexuales.
Terapia de afirmación del género
A. Dean Byrd, vicepresidente de NARTH, describe la técnica llamada «terapia de afirmación de género» de la siguiente manera:
La premisa básica de la terapia de afirmación de género es que variables sociales y emocionales afectan a la identidad de género que, a su vez, determinan la orientación sexual. El trabajo del terapeuta es ayudar a las personas a comprender el desarrollo del género. A continuación esos individuos, a su vez, son capaces de realizar elecciones de acuerdo con su sistema de valores. La terapia se centra en ayudar al cliente a desarrollar plenamente su identidad masculina o femenina.
A. Dean Byrd
Estas terapias no funcionan bajo la asunción de que la homosexualidad es una enfermedad mental y por lo tanto no están consideradas terapias de reorientación.
Terapia de identidad sexual
Fue desarrollada por Warren Throckmorton y Mark Yarhouse y respaldada por Robert L. Spitzer.Su propósito es ayudar a los pacientes a compaginar su identidad sexual con sus creencias y valores. La terapia tiene varias fases: valoración, consentimiento informado avanzado o expandido, psicoterapia e integración social de una identidad sexual valorada.
Terapia de completitud de género
Fue desarrollada por Dave Matheson.
El énfasis en la terapia del Sr. Matheson está en ayudar a hombres —todos sus clientes son masculinos— a desarrollar una “completitud de género” enfocando los asuntos emocionales y construyendo una conexión saludable con otros hombres. Dice que cree que ayuda a reducir los deseos homosexuales.
Terapia de contexto específico
Fue desarrollada por Jeff Robinson. No está basada en ninguna otra teoría sobre la homosexualidad, pero emplea diversos planteamientos teóricos según las necesidades del clientey está basada en investigación fenomenológica.No busca cambiar la orientación del cliente, sino que se enfoca en la disminución de los pensamientos y comportamientos homosexuales. Funciona dentro de la visión que el cliente tiene de Dios, indicando que «los individuos que tienen éxito superando problemas homosexuales están motivados por fuertes valores religiosos».
Otros métodos
Algunos métodos terapéuticos están completamente fuera del ámbito de las asociaciones profesionales de la salud y por lo tanto no tienen por qué obedecer a las guías de ética profesional.Algunas de esas fuentes incluyen instructores, organizaciones religiosas y grupos de exgais.
Uno de los instructores más conocidos es Richard Cohen, cuyas apariciones en la televisión han causado controversia. Su sistema es abrazar a pacientes masculinos en su regazo, con los pacientes en posición fetal, y también aboga por los métodos bioenergéticos, que incluyen golpear una almohada con una raqueta de tenis mientras se grita: «¡Mamá! ¿Por qué me has hecho esto?».
Varias organizaciones han realizado retiros organizados por instructores con el objetivo de disminuir los deseos homosexuales. Estos retiros tienden a emplear una variedad de técnicas. Journey into Manhood (‘viaje a la hombría’), organizado por People Can Change emplea «una amplia serie de grandes grupos, pequeños grupos y ejercicios individuales, desde journaling, visualización (o imaginación guiada), compartir con el grupo, hasta trabajo intensivo de liberación emocional».
Los fines de semana organizados por Adventure in Manhood (Aventura en Hombría) emplean «la creación de lazos afectivos saludables con hombres, a través de actividades masculinas, trabajo en equipo y socialización».Aunque no es específico para hombres gais, varios homosexuales han participado en la New warrior training adventure (‘aventura para entrenar al nuevo guerrero’), que es un fin de semana organizado por Mankind Project, que consiste en un «proceso de iniciación y auto reconocimiento que está diseñado para canalizar el desarrollo de un yo saludable, maduro y masculino».
Organizaciones religiosas
Algunos gais se han dirigido al cuidado de sacerdotes. Algunas iglesias publican instrucciones específicas para el clero sobre cómo tratar pastoralmente a personas con tendencias homosexuales. Estas publicaciones incluyen Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, editado por la Iglesia católica en 1986 y Dios ama a sus hijos,de los mormones. En 1994, una iglesia presbiteriana realizó una conferencia titulada The path to freedom: exploring healing for the homosexual (‘el camino a la libertad: la exploración de la curación de los homosexuales’).
En 2006, los obispos de Estados Unidos emitieron una nota con Directrices para la atención pastoral de personas homosexuales basada en la carta de la Santa Sede.Este documento se pregunta si existe una terapia, y concluye que, aunque no hay consenso al respecto, algunos lo han encontrado útil. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, los homosexuales «están llamados a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana».El arzobispado de St. Paul y Minneapolis creó en 2009 un sistema similar a los ministerios exgay llamado «Courage» para convertir a homosexuales.
Se ha llegado a celebrar exorcismos para «curar» a homosexuales, como fue el caso de la Iglesia Manifested Glory Ministries, en Connecticut (Estados Unidos), caso tuvo alguna notoriedad, ya que el vídeo del exorcismo de un joven de 16 años pudo verse en YouTube.En Inglaterra, el reverendo John Ogbe-Ogbeide, del centro Pentecostal en Harrow, al noroeste de Londres, afirma haber realizado un exorcismo con éxito.
Nada que curar porque no hay enfermedad
La represión de la homosexualidad en la Castilla Medieval. Las relaciones homosexuales fueron condenadas en lo espiritual por la Iglesia, y reprimidas y castigadas por los tribunales castellanos a partir del siglo XIII. Con anterioridad, ni la Iglesia, ni el naciente estado monárquico de Castilla habían condenado las relaciones íntimas entre personas del mismo sexo.La sodomía, dada su doble naturaleza de delito y pecado, afectaba a todos los súbditos de la Corona, incluidos los de otras religiones, así como a los extranjeros, pues era, según ley, un delito que manchaba la tierra en la que se cometía y dañaba a todos los que en ella habitaban. Es el caso de Agustín Corso, genovés, maestre de una nao que arribó a San Sebastián, y que fue acusado de haberse acostado con Antoneto, paje de la nao, a lo largo del año de 1514. El genovés se defendió diciendo que no había pasado de besarse y abrazarse, pero finalmente fue condenado a morir en la hoguera.
La acusación de haber cometido relaciones homosexuales se convirtió en un arma política entre los bandos que se disputaban el poder, tanto en el ámbito local, como en el reino, ya que la condena conllevaba la infamia del acusado y su inhabilitación para ejercer cargos públicos. Tal es el caso del rey Enrique IV, que tuvo importantes consecuencias históricas, y nos han llegado numerosos ejemplos en el ámbito local. Por ejemplo, en 1494, Bartolomé de Ávila, hijo de Martín de Ávila, jurado del concejo y vecino de Jerez de la Frontera, fue acusado de haber mantenido relaciones homosexuales por Juan de Robles, corregidor, y Gil de Ávila, alcalde, es decir, los dos cargos más importantes de la ciudad. La defensa la realizó su padre, ya que el acusado era menor de edad, pues tenía dieciocho años, quien alegó que la acusación era falsa y había sido puesta con el propósito de infamar a su familia y quitarles la juraduría.
Así pues, el castigo de las relaciones homosexuales en Castilla, que había comenzado en la segunda mitad del siglo XIII, llegó a su cénit a finales del siglo XV. La represión tuvo por objeto no sólo juzgar y castigar puntualmente con las penas máximas a los homosexuales, como podríamos colegir de una primera lectura de la legislación y los procesos, sino que la caza del sodomita, tanto de hombres como de mujeres, formó parte de la vida cotidiana de los centros urbanos castellanos a finales de la Edad Media, ya que se concibió tanto como un arma política, como una forma de legitimar el poder de los gobernantes en su papel de garantes del bien común.
El 29 de noviembre de 1979 el escritor español Salvador Sagaseta escribía el siguiente artículo titulado: “Electrochoques contra la homosexualidad”: Un programa sueco de televisión acaba de revelar el empleo del electrochoque en los hospitales como «terapia» correctiva de la homosexualidad. De esta forma se ha venido a saber que desde 1974 se practican en Suecia tratamientos de este tipo bajo el nombre «científico» de terapia de aversión. Una mujer de 38 años, y de la que no se ha notificado el apellido, sino únicamente el nombre, Kerstin, ha testimoniado su propia experiencia ante la televisión sueca, dejando abierto el interrogante de la probable extensión de estos sistemas.
El tratamiento Ludovico
La terapia de aversión a base de electrochoques es solamente el nombre científico del tratamiento Ludovico preanunciado por la fantasía literaria de Anthony Burgess en su famosa novela La naranja mecánica. En la práctica médica, las inyecciones vomitivas de Burgess han sido sustituidas por descargas eléctricas. La aversionterapin made in Sweden tiene un pie en la imaginación literaria de Burgess y otro en la creatividad anticipadora de Orwell, también él autor de otra novela futurista: 1984. Orwell preanunció en su libro el evento de una sociedad autoritario- paternalista basada sobre la represión profiláctica, donde el Ministerio del Interior pasaría a denominarse «Ministerio del Amor» («Minamor» en abreviatura) y donde el control de los disidentes e inadaptados se ejercería mediante una vasta gama de técnicas de observación y escucha y de otros métodos sutiles para el control de los comportamientos que, en la práctica, transferirían a los científicos las competencias de orden público. Pero donde la aversionterapia encontró su modelo fue más bien en la obra de Burgess. En efecto, Burgess preanunció una sociedad autoritaria en la que las técnicas de modificación de los comportamientos pasarían por la creación de reflejos de aversión. En su novela, los doctores Brodsky y Brannon «curaban» a sus «pacientes» (presidiarios y criminales) mediante un «tratamiento» a base de inyecciones vomitivas. Después de varias semanas de tratamiento, los individuos sometidos a la terapia de aversión reaccionaban inmediatamente con una náusea ante la visión del delito. Exactamente la misma técnica viene empleándose ya, científicamente, para la cura de la homosexualidad, según acaba de ilustrar el caso de Kerstin. La única variante consiste en la sustitución de las inyecciones vomitivas por el electrochoque, aunque respetando el diseño general de la terapia tal como la concibiera literariamente Burgess. O sea, tanto la forma como la finalidad y los presupuestos científicos del tratamiento Ludovico, modelo Naranja mecánica, y los de la terapia de aversión de los psicólogos del hospital de Malmó, son idénticos.
La terapia de aversión
En ambos casos, la descarga eléctrica o la inyección vomitiva se asocian al vicio que se pretende «curar», y que a tal efecto es escenificado en televisión y exhibido al paciente. Así, por ejemplo, Kerstin ha sintetizado de esta forma su experiencia:
«Dos veces por semana, durante dos meses, se me sometió en el Hospital Municipal de Malmó a la terapia de aversión, a razón de una hora por sesión. En una pantalla se me mostraban películas pornográficas. Cuando aparecían escenas de amor entre mujeres recibía una descarga eléctrica; al contrario, cuando se referían a amor heterosexual, hombre-mujer, no sucedía nada. Mi psicólogo estimaba que de esta forma, pasado un cierto tiempo, recobraría mi antigua identidad sexual y reaccionaría con un espasmo de aversión a la sola idea de las relaciones homosexuales. El tratamiento se abandonó finalmente, dada su falta absoluta de resultados prácticos. Hoy vivo feliz con otra mujer.»
Los médicos implicados en el escándalo han reconocido que el testimonio de Kerstin es veraz aunque han matizado mucho del fenómeno. Según sus declaraciones, en el hospital de Malmó no se habrían realizado otras terapias de aversión después de la de Kerstin, entre otras cosas porque ellos mismos no creen en la eficacia de este tipo de «tratamientos». Si se ensayó en aquel caso fue debido al escaso éxito de los tratamientos convencionales. Además -según han declarado- la terapia de aversión se le aplicó a Kerstin después del fracaso de numerosos intentos por hacerle aceptar su nueva identidad sexual. Pero el interrogante acerca de la probable extensión de estos métodos no ha sido resuelto. La Naranja mecánica «made in Sweden» ha dejado abierta la posibilidad de que un tal sistema (que ya aparece incorporado a la psicología oficial incluso con un nombre científico propio) forme ya parte de la rutina represivo-curativa en muchos hospitales, suecos o no, con lo que la sociedad científico-represiva basada sobre la represión profiláctica de que hablara Orwell habría ya abandonado la ciencia-ficción para integrarse en la cotidianidad.
Los riesgos políticos
La alarma suscitada por el caso Kerstin en Suecia no carece de justificaciones, en tanto que detrás de este episodio se insinúa una amenaza autoritaria: la del electrochoque, como arma política institucionalizada y disponible para la represión de los disidentes, lo marginados o las minorías: delincuentes y homosexuales, por ejemplo. El descubrimiento de una nueva enfermedad mental en la URSS, que en otras partes se llama disenso, confirma la tradición represiva de una psicología que, ya con Freud, se insinuó como un instrumento de represión. El propio Freud recurrió instrumentalmente a la acusación de locura contra los disidentes del Comité Psicoanalítico. Con este sistema, Rank, Ferenczi y, de alguna forma también, Wilhelm Reich, fueron desahuciados, y Freud pudo asegurarse despóticamente el control de la burocracia psicoanalítica. La locura de estado soviética reproduciría el precedente a niveles políticos.
En el mismo orden de experimentos se conoce muy bien el largo empleo del electrochoque y de las drogas químicas en las comisarías. «Una sustancia química con propiedades hipnóticas es inyectada en la vena, lo que provoca, cuando la operación se hace lentamente, cierta pérdida del control y un adormecimiento de la conciencia. Este método terapéutico utilizado en medicina es, evidentemente, muy peligroso y puede ser causa de graves desajustes en la personalidad. Los psiquiatras de Argel (franceses) han aplicado electrochoques a los acusados y los han interrogado en la fase de vuelta a la conciencia, caracterizada por una cierta confusión, un abandono de las resistencias y una pérdida de las defensas de la persona» (Frantz Fanon, en Sociología de una revolución). Prácticamente todos los países se han servido, o aún se sirven, de estos procedimientos. El último «hallazgo» en el terreno de los sueros de la verdad parece ser un alucinógeno derivado de la morfina. Pero en el sector de las manipulaciones cerebrales, la lobotomía es probablemente el sistema más inicuo de cuantos se sabe están hoy en uso. «Consiste en el corte de las relaciones entre las diferentes partes del cerebro rompiendo las fibras nerviosas que se encuentran en la base de la frente. Con la lobotomía se altera el carácter de las personas: los agresivos, emotivos, sensibles, se convierten en dóciles, pasivos, insensibles» (II Manifesto, 26-8-1973). La operación empieza a convertirse ya en una rutina respecto a los criminales convictos presuntos poseedores del también presunto cromosoma del crimen. Se ha hablado de la lobotomía como «terapia» irreversible ya aplicada para la «cura» de delincuentes comunes y políticos, por ejemplo, en Alemania Federal y en Estados Unidos.
El homosexual, como cobayo
La Naranja mecánica es cada día menos una ficción. En Estados Unidos funciona desde hace varios años el Centro Adirondack de Valoración y Tratamiento Correctivo, moderna cárcel- manicomio experimental de Clinton (Nueva York), presuntamente vinculada a la CIA y al Ministerio de Defensa, acusada con mucha frecuencia de prácticas científico-represivas que abarcarían desde la lobotomía a formas de terapias de aversión experimentales, muchas veces basadas en electrotratamientos. Si, incluso en un país como Suecia, tradicionalmente respetuoso de los derechos individuales, y muy escrupuloso en el campo de la experimentación médica, ha sido posible un caso Kerstin, es fácil imaginar la vasta extensión de estas prácticas en el resto del mundo.
La experimentación médico-represiva con presidiarios y minorías marginadas goza de una larga tradición en Norteamérica. El psiquiatra Wilhelm Reich fue una de sus víctimas más conocidas. A cambio de una reducción de la pena, los detenidos; son «invitados» a prestarse como cobayos humanos para el ensayo farmacológico. En cuanto que minoría maldita y marginada, los homosexuales son también objeto (le permanente experimentación. Su profunda marginación los priva de todo poder contractual y, por lo mismo, de toda capacidad de autodefensa. Entre los homosexuales europeos es habitual llamar al psiquiatra psikiatra, como para resaltar fonéticamente la brutalidad represiva con la que él se pone ante el homosexual, cobayo preferido para algunos experimentos.
La perspectiva de género en la psicología
Tiene sus bases en la paridad y en un vínculo horizontal, tratando de despojarlo del poder concentrado en la figura del terapeuta, buscando la autonomía del paciente para resolver sus problemas. Para lo cual se deberá construir un espacio comunitario de intercambio auténtico de ideas y posibilidades para incrementar el desarrollo de la persona que consulta, disminuyendo su padecer.
INFANCIAS TRANS
La película “Yo nena, yo princesa” está llena de sensibilidad y retrata con excelencia el anonadamiento inicial de la mamá de Manuel, uno de sus dos hijos mellizos, frente a la percepción e identificación femenina, aún antes de descubrir la diferencia anatómica de los sexos. Es un tiempo después de haber sentido atracción por los juegos denominados para nenas –según la construcción binaria de nuestra sociedad- ver películas de princesas, desear tener el pelo largo y usar vestidos que Manuel la pregunta a la mamá si ella también tiene un penecito como el suyo, el de su hermano y el de su papá. Es la mamá la que le explica que no, que ella tiene una vagina. Después, escucha que alguien en el jardín tiene anginas y aparece el chiste, vagina-anginas, como cualquier chico que está aprendiendo.
Queda retratada la lucha de la mamá por el entendimiento de la tristeza de su hijo que no se halla dentro del género que le fue asignado y el que refuerza el tratamiento psicológico –uno de los tantos, pasó por más de 9- donde se ve con claridad el autoritarismo profesional y el método correctivo al decirle: “Manuel es varón y debe comportarse como tal. Tienen que repetirle con firmeza que él es varón”.
A diferencia de la nueva y última consulta con Valeria Paván, la psicóloga de la CHA, que al ver los dibujos del niño se da cuenta que se autopercibe como femenino y será unx niñx trans. La mamá, que ya lo había intuido después de ver un documental británico en la tele por cable, decide probar un tratamiento psicológico nuevo, en búsqueda de la felicidad y el stop de sufrimiento de su hijo. El costo es la pérdida de su marido, que no está dispuesto a dejar de lado sus ideales y –lamentablemente- no puede pensar en la felicidad –o bienestar- de su hijo.
Manuel deviene paulatinamente en Luana sin golpes saltos y sin sobresaltos, mostrando con maestría y emoción las dificultades que asechan a la mamá, a Luana y a su hermano, al aceptar la identidad femenina de Manuel, dado que la sociedad todavía no estaba -¿ahora lo está?- preparada para entender algo que fuese contra la corriente. Así podemos ver cómo la vendedora de un local de ropas se opone a que la mamá le compre una remera “de nena” y le quiere vender a toda costa una camisa para su hijo, o se le dificulta la atención médica porque el documento de identidad no coincide con el género en el que Manuel –ahora Luana- se siente cómodx. Sentirse cómodx es dejar de estar aislado, triste y hasta dejar que se le caigan mechones de pelos. Volver a usar el color rosa en los marcadores le posibilita dibujar con alegría.
Es el inicio del tratamiento con la psicóloga de la CHA que les cambió la vida. Desde su quehacer profesional, aun sin tener experiencia en niñeces trans –sí, en adolescentes trans- le brindó una escucha limpia de prejuicios, acompañamiento. “Cuando le digo ponernos de acuerdo no es que me obedezcan, sino cambiar la mirada. Dejar de mirar con sus ojos y empezar a mirar con los ojos de Manuel. Hacer todo lo que Manuel necesite. De eso se trata: Que tenga una vida digna. Esto recién empieza…”, dice con respeto y dignidad, dejando el mejor mensaje que se pueda dar en estos tiempos de intolerancia, violencia y egoísmo.
Resulta de alto interés formativo-profesional analizar la brecha que existe entre lxs profesionales de la salud, en cuanto a su formación clásica, ortodoxa –y deformación- hacia una mirada bio-psico-social, es decir integradora de distintas esferas que hacen al ser humanx. María Paula Juárez y Enrique Saforcada (Universidad Nacional de Río Cuarto, Córdoba), en el artículo “El problema de la barrera psico-socio-cultural interpuesta entre los profesionales de la salud y consultantes de contextos pobres estructurales. Reflexiones sobre una cuestión compleja”, dichos autorxs atribuyen como factores determinantes que acrecientan la brecha a los componentes afectivos e intersubjetivos, donde se desarrollan los prejuicios y estereotipos de las personas que arrastran culturalmente sin haber sido revisados, ya sea por parte de lxs profesionales de la salud (psicólogxs, médicos, pediatras, etc.) así como también por parte de los espacios académicos que brindan formación, como por parte de lxs xadres que también despliegan sus prejuicios y estereotipos –y su “yo”, con todo su arsenal de deseos, anteponiéndose ante el placer de sus hijxs- generalmente abrochados a ideas fanáticas religiosas y falta de información.
Lo que lxs autorxs llaman “una alternativa superadora inmediata”, por parte de lxs profesionales de la salud es el factor que no le quita responsabilidad alguna en cuanto a su mediocridad profesional, dado que tomando a Paulo Freire dicen que la interpelación de saberes, la no omisión de un contexto socio-económico desfavorable, es parte del quehacer profesional, de su crecimiento, desarrollo y buena praxis; así como la actualización permanente de conceptos: “Lo único que no cambia es el cambio”.
Estxs autores, en sus investigaciones y experiencias de campo basadas en el paradigma de salud comunitaria (Saforcada, 2001, 2011; Juárez, 2009a, 2009b, 2012) obtuvieron la siguiente información: “Desencuentros donde se manifiestan, principalmente por parte de los profesionales hacia los consultantes, situaciones de extensión comunicativa, cosificación, menosprecio de la palabra del otro, actitudes de rechazo, valoraciones descalificantes, desconfianza, incomprensión, imposición de significado desde el uso exacerbado de léxico científico, entre otras”. “Consideramos que estos escenarios de antidialoguicidad, al decir del pedagogo brasileño Paulo Freire, entre las comunidades y los profesionales de la salud, propician el establecimiento de una barrera psicosociocultural cuyo correlato es, no sólo la deshumanización de los encuentros, sino el impacto negativo que ello tiene en el perfil que constituye a las personas que se encuentran en situación de pobreza estructural”.
En los servicios de salud pública el trato del profesional con el o la consultante se desarrolla de manera profundamente desigual: “El poder profesional en el campo de la salud agobia las posibilidades de autoafirmación de los pobres y tiene una gran capacidad, potencial o actual, para dañar su autoestima e incrementar, entre otros aspectos, la indefensión aprendida que, en términos generales, caracteriza a estas poblaciones”, reforzando los estereotipos y estigmas con los que fueron categorizadxs y etiquetadxs.
Entendemos por barrera psico-socio-cultural, siguiendo los estudios de Rosetto y Saforcada, 2006; Saforcada, de Lellís y Mozobancyk, 2010), la psicología de la salud (Morales Calatayud, 1999) y la comunicación en salud (Feldman-Stewart, Brundage, y Tishelman, 2005, a las reacciones afectivo-emocionales negativas de las personas que integran el componente formal de los sistemas de servicios de salud (personal de hospitales) y las personas que constituyen el componente informal de estos servicios (las poblaciones que acuden a estas instituciones en busca de respuestas a sus problemas de salud, percibidos como tales por ellas mismas, pero desestimados por un saber externo y hegemónico que viene a tapar sus voces). ¿Por qué son negativas en el caso de la barrera?, porque implican formas diversas de descalificación del otro, de desvalorización, de irrespeto de los derechos humanos de la otra persona, con lo cual se vulneran e insatisfacen muchas de las necesidades de autorrealización, reconocimiento, afiliación y seguridad que señala Maslow (1991) en su teoría de las necesidades humanas. ¿Y por qué son positivas en la alternativa del puente?, porque satisfacen estas necesidades.
¿Cómo podríamos construir un puente facilitador?
Se considera a la pobreza como producto de decisiones, acciones y omisiones políticas.