
LA DURA Y DISPARATADA SENTENCIA A MARIANA GÓMEZ

Sobre la sentencia de Mariana Gómez
Marta Yungano es la Jueza que con un cinismo trememdo nos cita el 28 de Junio, a los 50 años de la Revuelta de Stonewall, para condenar a Mariana Gómez y Rocío Girat por besarse. Se fue saludando con una sonrisa. Impresionante. Esta es la Justicia que tenemos y que evidentemente no funciona, ni funcionó ni funcionará.
Debemos buscar otras formas políticas de relacionarnos que no sean las vigentes, porque como quedan a la vista, después de haber observado el video donde Mariana Gómez, tirada en el piso, sostenida por un policía varón, grita que fue abusada y que no quiere que la toque un hombre y menos aún un policía, el policía sigue haciendo abuso de la autoridad y la sigue sosteniendo. Por eso podemos decir que las formas actuales producen violencia y opresión. Este policía, que apresaba a Mariana Gómez, queriendo llevársela detenida a toda costa usurpando su cuerpo cuando su novia le imploraba que no la tocara, cuando ella gritaba y repetía sin parar que había sufrido y que no la tocara, que respetara su cuerpo; y el policía seguía violando el deseo de esta ciudadana: nos encontramos con una situación de violencia extrema, simbólica y física; es lo que Michael Foucault llamó la tánato-política, es decir formas de coerción que circulaban en el siglo pasado, donde la violencia física se acercaba a la muerte y en los gobiernos soberanos el cuerpo de las personas dependía directamente y sin metáforas del Estado. En nuestros tiempos esto también sigue pasando, no hay más que pensar en la no-ley del aborto libre y gratuito, y este ejemplo y otros como la no incorporación de cuerpos trans en la Ley de Educación Sexual Integral nos muestra que el uso de nuestros derechos sigue determinado por el Estado pero no de manera directa, sino de forma estratégica, a esto Foucault lo llamó estrategias bio- política, es decir sistemas “más inteligentes y siniestros de control”, que son formas de producir y manejar nuestra subjetividad. En este retroceso violento donde la opresión es desmesurada y avalada por un sistema jurídico, que sanciona equivocadamente las conductas erróneas, nos encontramos con el sadismo (el goce frente al sufrimiento del otro) de manera descarnada y sin velos. Es muy triste ver una persona tirada en el piso sufriendo, pidiendo a gritos que no la toquen mientras un policía, que se cree que es la ley y que puede hacer lo que quiere sin respetar lo que la persona le dice, invadiendo su cuerpo, no es sancionada. Por el contrario, tiene el aval y el mensaje implícito bio- políticamente hablando de una práctica de la justicia actual que viola todo tipo de derechos humanos.