
DIARIOS DE CUARENTENA: CUARENTRELLA
29 de mayo, 2020
Fernando Noy, baluarte de la cultura under, la poesía y las artes performáticas de nuestro país. En este pequeño ensayo sobre el estado actual del mundo y el universo, gritado desde una terraza, abundan los paisajes reflexivos y repletos de mamíferos, aves, reptiles, además de estrellas y barbijos.
Cuarenteneamos días que nos muestran una cara oculta del futuro, intentando
dejar atrás en la medida de lo posible toda la incalculable miseria, más allá
de lo material e incluso etéreo que arrastrábamos, como Queja, Pesimismo,
Indiferencia, que bien podrían ser en el candente bolero aquellas trillizas
desde hoy intolerables: Ansiedad, Angustia y Desesperación.
Eso además de tantos otros virus cotidianos y preexistentes dentro de un mundo
polarizado, egoísta, sectario, individualista, obsceno. Es decir, fuera de la
escena donde ahora logramos reencontrarnos, esta vez para siempre, aun
manteniendo la distancia conveniente hasta que llegue el Fénix.
Con el barbijo han caído las máscaras y ya sabemos de quienes somos pares, en
esta especie de reencuentro imprescindible donde el espejo del hombre no sea un
mismo lobo sino aquella imagen luminosa de lo más amado resistiendo en
conjunto.
Mientras, intuimos que, si bien no es la primera, irremediablemente tampoco
esta será la última pandemia global que nos ha de tocar sobrevivir. Las guerras
o accidentes virológicos siguen reinventándose.
Por ahora da igual que sea de origen manipulado, natural o robótico; y tampoco
importa ya tan urgentemente descubrirlo cuando, en definitiva, toda la
humanidad se ve afectada como nunca y, al mismo tiempo, hermanada por sublime
paradoja.
Era previsible, no solo a través de todas las profecías y escrituras, que
sucediera un momento igual a este. Como los Antes y Después de tantos hitos,
imposibles de enumerar.
Antes que vacunas hemos ido creando sistemas inmunizantes, como los cantos
desde una terraza. Serenatas para el mismo Cristo como Mega Mantra conjurando
quejas y haciendo subir nuestras más puras vibraciones para anudarse en la
esperanza concreta y por sobre todo, compartida, surgiendo de cualquier grieta
o cráter o abismo o sismo en que se debate nuestro venerado planeta que hasta
ahora pudo resistir, aun con cambio climático y tantos otros alaridos de alerta
en el devenir de los siglos.
No hay hoja de ruta previsible para el Áspid-Covid que con sus fauces rima
igual que la mítica serpiente de la eternidad mordiéndose la cola. Esta vez
habrá cambiado el futuro de nuestras realidades con callos en el alma.
Desde la soledad absoluta habitada por poesía en todos sus formatos a la red
invisible que libera, como esa jaula abierta desde donde volamos hacia el
reencuentro de una nueva Era, más allá del tren y del mar o más acá de todos
nuestros corazones, brindando a la par por haberlo comprendido.
Una incomparable estrella surge desde el arco iris después de la tormenta, trae
tanta luz que se alimenta a sí misma y nos rescata.
El hexagrama del sabio I Ching ahora consultado pontifica la ley de un destino
superior: «Bienaventuranza. Era preciso cruzar las grandes aguas».
Mantenerse unido a lo que irradie amor será nuestra más grande
Ventura-aventura, junto al universo entero. Bendecir significa ayudar. Por
suerte, al fin, en eso andamos. Un himno algo mutante nos recupera la sonrisa:
«Coronados de virus estaaaamos y juremos con gloooria… VIVIR!!!”, por
FERNANDO NOY