Seguridad- Inseguridad

Resultado de imagen para policias en las callesEs raro escuchar a la gente pedir más policías en las calle. Claro, ellos otorgan la ilusión de seguridad y hasta cierto punto también la logran; aunque no sea efectivo 100% su presencia. Quiero decir, que haya más policías en las calles y en las esquinas no garantiza que disminuyan los robos y los asaltos, aunque contribuyen. Hace un tiempo, hablando con un policía que estaba en la esquina de mi casa, me contaba que él le tenía más miedo que cualquier ciudadano a los motochorros, que veía pasar una moto y le daba miedo que le dispararan. Me contó que los motoqueros, por lo general, odian a la policía, y que al estar ahí parado se exponía como blanco de puntería de los chorros. No se lo dije, pero lo pensé: Te pregunto por los asaltos en la zona, si disminuyeron o crecieron porque me preocupa el tema, y vos, en vez de darme tranquilidad me confesas tu inseguridad. Algo no funciona. Tampoco creo que la solución a la delincuencia sea el miedo a la represión policial, de ser así estaríamos hablando de un viejo paradigma, donde la conducta de la gente se estaría moviendo por miedo, rigor y penalización; mientras que la escucha, la palabra y el diálogo hoy están en el centro de cualquier tipo de organización, como paradigma; pero, parece que estamos muy atrasados y que todavía, hoy, funcionamos con el viejo paradigma del capataz que alecciona a sus empleados si llegan tarde a través de un grito, un día de suspensión o la maestra le pega al chico en los dedos para que deje de escribir torcido. Sí, pareciera que estamos en ese paradigma del siglo pasado. La gente quiere sangre. Justicia suele ser, para mucha gente damnificada por un hecho de delincuencia, igual a venganza. Creo que todavía nos falta mucho camino por avanzar y sobre todo salir de nuestro propio eje, el narcicista, el yoico, el egoista, para tener en cuenta a nuestros vecinos.

Nadie duda que queremos que baje la delincuencia a grado cero. Nadie duda que queremos vivir tranquilos, sin que usurpen nuestras casas y nuestras pertenencias. Pero, ¿cuál sería la forma, la propuesta que podríamos plantear al Estado para que se solucione este tema? ¿Más policías en las calles sería la solución?

Por otro lado, vemos que los policías aparecen, uno en cada esquina, cuando las papas queman, cuando un hecho extremo ocurre en un barrio; y al poco tiempo van desapareciendo. ¿A dónde van los policías cuando las papas se enfrían? A principio de año había un policía en una esquina, de mi casa, y otro en la otra cuadra. Yo solía llegar a la 1.30 y los saludaba. Uno, me dijo una vez que su horario era hasta las 2 de la mañana. Ahora no hay ninguno. El otro día vi meterse a un homeless en el jardín de un vecino y no encontré un solo policía, por ningún lado. Cuando llegué a la estación de subte le conté a una mujer policía lo que había visto y me dijo que no me hiciera problema, que era un homeless y que no iba a pasar nada. Pero… se estaba metiendo en propiedad privada, le dije y puso cara como que no le importara. A continuación los datos duros acerca de lo que pide la sociedad. ¿Habrá alguna cuota de reflexión, de pensamiento a largo plazo, o solo será un manotazo de ahogado lo que piden?

Además de la carencia de espacios verdes cercanos, el informe elaborado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad revela datos concretos acerca de las preocupaciones de los vecinos y su nivel de conformidad con el paquete de servicios públicos que ofrece el Estado en sus barrios.

En este análisis, la seguridad es un tópico todavía más álgido que la falta de plazas y parques: en este punto, el 64% de los residentes considera que su cuadra es poco o nada segura, y el 69,4% menciona la falta de presencia policial en la zona. En sintonía con esos promedios, en el ranking de servicios públicos considerados importantes para el bienestar de la vida cotidiana, la presencia policial fue elegido como primero, con el 72,2%.

A los peatones de la Ciudad también los afecta el estado de las veredas y calles, donde el 49,3% considera que es regular y que falta un mantenimiento más fuerte. Con ambos números, de esta encuesta se desprende que aquellos servicios que para los porteños tienen más peso y presencia en su vida cotidiana, son los que menos cubiertos se encuentran.Cada día las empresas de servicios hacen 800 aperturas en aceras.

Entre los frentistas que no las arreglan, las raíces de los árboles que las rompen y las empresas de servicios que las abren para hacer reparaciones, las veredas porteñas están destruidas. Según el Gobierno porteño, la mitad tiene algún nivel de deterioro, desde baldosas sueltas hasta pozos grandes. Por eso, mediante distintas medidas buscarán controlar las aperturas por arreglos y duplicar la cantidad de inspecciones. También les pedirán a los vecinos que se ocupen de las aceras de sus propiedades.

En la Ciudad hay 303.000 inmuebles frentistas, sumando viviendas, comercios y otros edificios. «En el 50% de ellos las veredas tienen algún tipo de daño. La principal causa son las aperturas de las empresas de servicios: después de una década de abandono, ahora están invirtiendo en mantenimiento, y eso se nota en las calles», afirmó Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad. De acuerdo a su estadística, hoy se hacen 800 aperturas de veredas por día en promedio, cuando hace dos años eran 250.

Este bombardeo sobre las aceras se nota también en el ranking de quejas. Hoy el Gobierno recibe 165 reclamos diarios de vecinos por veredas rotas, que ya son el tercer motivo de malhumor de la gente entre las cuestiones relacionadas con el espacio público. Es para alertar sobre baches, autos que tapan rampas, veredas rotas, basura acumulada y hasta para hacer pedidos de poda. Ahora hay problemas que tardan 15 días o más en resolverse.El avance de los smartphones está cambiando la forma en que los vecinos se relacionan con sus gobiernos. En este camino, Buenos Aires dará hoy un paso importante. El Gobierno porteño pondrá en funcionamiento una aplicación para celulares desde la cual se podrán hacer todo tipo de reclamos y denuncias, desde baches, sumideros tapados, pedidos de poda y hasta quejas relacionadas a los derechos del consumidor. El sistema permitirá también que un vecino se sume al pedido que haya realizado otro, para que la solución llegue antes.Por eso ahora decidieron un cambio de timón. En primer lugar, crearon la Subsecretaría de Vías Peatonales, a cargo de Clara Muzzio,»La idea es centralizar las áreas para coordinar el trabajo principalmente con las empresas de servicios. Ahora, por ejemplo, les empezamos a exigir que nos presenten sus planes de obras«.

El objetivo es tan simple y de sentido común que asombra que no se haya puesto en marcha hace años: que las empresas puedan coordinar con el Estado y entre ellas las aperturas de calles. Así se evitaría una imagen recurrente y que fastidia mucho a la gente: que se repara una vereda y pocos días después otra empresa la vuelve a abrir. «Detectamos unas 10.000 aperturas que se podrían haber evitado si hubiera existido una coordinación. Esto hubiera implicado además un ahorro de entre 45 y 50 millones de pesos para las empresas», señaló el ministro Macchiavelli.

¿Por qué ahora sí y antes no? En la Ciudad explican que ahora el Estado nacional y el porteño trabajan a la par, y que las concesionarias de los servicios y sus entes reguladores empezaron a responder a los requerimientos del Gobierno porteño. Esto permitirá también tener una sola base de datos.

Otro cambio tiene que ver con las aperturas de emergencia. Hoy, el 80% de las veces las empresas dicen que tienen que romper las veredas de manera urgente, pero en la Ciudad afirman que sólo un 13% realmente lo amerita. Cada vez que una apertura se hace como emergencia, la concesionaria tiene 48 horas para avisarle al Gobierno porteño que abrió una acera. Eso cambiará: los permisos por urgencia sólo se los darán a AySA, Metrogas, Edenor y Edesur, y el resto de las empresas (telefónicas, de internet y otras) tendrá que avisar en no más de dos horas.

La tercera modificación serán los controles. De los 70 inspectores actuales se pasará a 150, que además tendrán un sistema de control online para ver en tiempo real qué veredas están rotas. Con estos datos podrán intimar a las tercerizadas que hacen las reparaciones para las empresas de servicios, y de hecho la idea es crear un scoring de esas subcontratistas, para privilegiar a las que cumplan. A su vez, bajarán los montos de las multas para volverlas «cobrables»: hoy hay sanciones millonarias, pero que nadie paga.

En tanto, las empresas ya no tendrán que pagar por los permisos de obra. Pero sí se les aumentará la tasa que pagan por romper las aceras, y el monto a pagar será mayor en el caso de que tengan que romper repetidamente una vereda porque la repararon mal.

El 64% de las veredas rotas se debe a los trabajos de reparaciones. Otro 12% es responsabilidad de la Ciudad, porque los daños fueron producidos por las raíces de árboles o por propias intervenciones del Estado para arreglar semáforos o el alumbrado, por ejemplo. Pero el restante 12% le corresponde a los vecinos. La ley es clara: si la vereda se rompió por el propio desgaste del paso del tiempo, quien debe repararla es el frentista.

El problema es que, según la Ciudad, el 75% de la gente no conoce esta obligación. Por eso, a partir del año que viene empezarán a notificar a los consorcios y viviendas particulares para que reparen sus aceras. La intención es que haya créditos a tasa subsidiada u otro tipo de facilidades para que puedan financiar los arreglos.

Del lado opuesto se ubica el tema del manejo y recolección de residuos, al que se lo considera el mejor servicio brindado por el Gobierno de la Ciudad con un 44,1% de aceptación. No obstante, el 56,03% dice que no cuenta con contenedores verdes en sus cuadras.

Además, en este ítem los vecinos ensayan una especie de mea culpa, ya que el 20% de ellos reconoce que nunca o casi nunca separa los residuos en sus casas. En cambio, un 60% afirma realizar esa tarea en sus hogares.

Otro punto que destacan como positivo es el alumbrado público, con el que el 50,9% está muy o bastante conforme, mientras que otro 41,1% lo considera regular. Algo similar ocurre con la presencia de semáforos en las calles de sus barrios. En este ítem, el 58,8% cree que la cantidad es suficiente.

De fondo, lo que también deja en claro este muestreo es la marcada diferencia que existe entre las percepciones de los vecinos del norte, y los del sur y centro de la Ciudad. En ese sentido, la brecha es histórica y queda demostrada en las opiniones a uno y otro extremo del mapa porteño.

Así, en barrios como Palermo, Belgrano, Núñez y Colegiales las respuestas son mucho más afirmativas que en Villa Soldati, Mataderos, Parque Chacabuco y Floresta. El gobierno viene trabajando en poner en valor muchos sectores de la zona sur, aunque sus residentes, todavía, siguen considerando que están relegados.

 

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