SE PRESENTÓ MESINA, EL NUEVO LIBRO DE ARIEL BERMANI

Facu Soto, Ariel Bermani, Guillermo Ferreyra, y Paula Brecciarolli en el Centro Cultural de la Cooperación presentando Mesina, el nuevo libro del escritor Ariel Bermani.

Se presentó en el Centro Cultural de la Cooperación, en la sala de la Planta Baja, la que está al fondo del salón, después de atravesar el café y la librería, el libro Mesina, de Ariel Bermani. Paula Brecciarolli habló sobre lo que para ella eran las fortalezas del autor de Mesina, entre ellas resaltó la puntuación que le daba a sus textos produciendo una musicalidad, una cadencia que conservan todos sus libros como una marca de autor. Guillermo Ferreyra leyó en texto elaborado y consistente sobre el análisis del libro. Facu Soto cedió gentilmente su texto, escrito especialmente para la ocasión, donde se inspiró en el contexto, desde una visión personal, ya sea de remembranza sobre el año 1978 por donde gira el libro de Bermani y luego haciendo un análisis desde una perspectiva de género sobre aquellos años de plomo que padecimos les argentines.

LA CONTRA-FIESTA DEL MUNDIAL

Texto para la presentación de “Mesina”, de Ariel Bermani

Por Facu Soto

1.

¿Qué persona de nuestra generación, es decir, que haya nacido antes de 1980, no tiene algún recuerdo del Mundial 78, que se jugó en la Argentina, entre el 1 y el 25 de junio. Yo tenía 6 años y estaba en la quinta que tenían mis viejos en General Rodríguez cuando se jugó la final. Recuerdo la casa, y ver desde una ventana la extensión de pasto verde (recién cortado en verano o cubierto de escarcha en invierno) con dos arcos blancos pintados en las esquinas con una mancha roja. Desde la ventana de la cocina se veía la pileta y un enorme Seibo, siempre o casi siempre en flor, con una mesa larga de hormigón, y a lo lejos, detrás de la residencia del casero el sector de animales: las conejeras, el lago con los patos, gallinetas y el pavo real desplegando su enorme cola llena de colores alucinantes; que nunca se dejaba acariciar ni siquiera mostrar con tranquilidad. El fin de semana de la final llevamos en el auto el televisor a color y miramos el partido como si fuese el fin del mundo. Estábamos viviendo algo fuera de lo común. Recuerdo a mi papá, después del último gol de Argentina, rodando, haciendo vueltas carnero de un arco de la cancha de fútbol hasta el otro. En fin, ¿Quién no tiene un recuerdo de esos días? (Me gustaría escuchar uno o dos relatos, porque a eso invita, en parte, este libro que desde la tapa hace alusión a esos años).

2.

Soy un desastre con las fechas, pero, mi estrategia para tirar boyas y tener alguna referencia son los libros, los discos, las pelis. Por ejemplo: 1978 para mí es un vagón de tren, de madera, a blanco y negro, con una ventana abierta que permite ver las vías en paralelas que nos llevan a un lugar que desconocemos ¿nuestro destino? Estoy hablando de la tapa del primer álbum de Serú Girán, que me trajo de regalo mi papá, una noche (después de volver de su trabajo y de varios pedidos míos por ese casete). Ahí está Separata, uno de los temas que más me gustan de Charly. Ese año también salió el 4°LP de León Gieco, pero a mí nunca me gustó mucho León Gieco y nunca me compré un disco de él. También salieron los de Vox Dei, Porchetto, el segundo de Nito Mestre y Los Desconocidos de Siempre, “Canciones para cada uno” de Lito Nebbia. Después me enteré, leyendo la Revista Pelo, que desde el 82 hasta fines de los 90s, que Moris había publicado un disco nuevo, y que había salido solo en España (qué bueno que es “20 minutos de vida”; ¿pensaste alguna vez en este nombre: “20 minutos de vida”?). El N°93 de la Revista Pelo traía a David Bowie en la tapa y abajo decía: “Fuera del circo loco del rock”. Había reportajes a Gabriela, una de las primeras cantantes de rock en la argentina, Edelmiro Molinari (ex Almendra) y a The Clash.

¿Los libros que leía en el 78? Estaba en primer grado y hacía un año que había aprendido a leer y escribir, lo que me posicionaba en la familia como un crack (porque entré a primer grado sabiendo leer y escribir cuando mis compañerxs todavía no). Pero, ahora que pasó el tiempo sé que el tiempo es algo relativo; y la motivación y el deseo comandan la cosecha. Los libros que tenía en la mesita de luz, de esa casa de campo, o los que leía en verano bajo el árbol de la calle (sobre manta tipo colchoneta que teníamos o sobre el pasto) eran los de la colección Billiken y Robin Hood: ¿Hola Luck, aquí Martina? (un libro de espionaje y misterio que todavía conservo), La isla del tesoro, ¿Verónica estrella de cine? Moby Dick, Mi planta de naranja y lima. Mis dibus favoritos eran Los Superamigos- La liga de la Justicia; siempre tuve una atracción especial por Aquaman que se comunicaba telepáticamente con los delfines, Popeye, Astroboy, entre otros. En la tela a blanco y negro me acuerdo del Capitán Piluso y unas marionetas siniestras que viajaban por el espacio; lo daban en canal 13 a la mañana. Volviendo a la literatura, que es lo que hoy nos convoca acá. ¿Qué libros leías alrededor del 78?

3.

Metiéndome de lleno en el libro, y haciendo una lectura con mis ojos queer (no puedo leer desde el que no-soy, sino desde los saberes, ignorancias y pesares que me atraviesan). Mi mirada es queer, y desde allí voy a decir lo que digo. Antes que nada, me presento. Soy Facu Soto, psicólogo, escritor y periodista. Desde hace 10 años que escribo en el Suplemento SOY (LGBTTIQ) de Página 12, trabajo como psicólogo atendiendo a mis pacientes con perspectiva de género y todos mis libros están configurados por mi impronta de lo que soy y por lo que lucho desde mi lugar (escritor, psicólogo, periodista, etc.).

Cuando Bermani, en la página 53 dice: “El mundial me emociona. Lloré con el 6 a 0, pero enseguida me limpié los ojos porque si mi viejo me ve llorar me mata a palos. Eso es de mujeres y de maricas, dice, cuando ve a un hombre llorar. Sobre todo en la tele. Dice que todo el país se fue llenando de maricas y que por eso hizo falta que los militares salieran de los cuarteles para ocuparse de dirigir el país, con mano dura. Yo no sé, no entiendo mucho, pero me parece exagerado lo que dice”.

Este párrafo me llevó a escribir cosas que ya venía pensando, desde el comienzo de la lectura de Mesina. Sin narrar las cosas obvias, las cosas que todxs sabemos  que sucedieron y padecimos, bajo la dictadura militar y muchos años después, incluso hoy. Mi propuesta es hacer un análisis micropolítico, como diría mi amigo Michael Foucault, de las biotecnologías de poder que durante los años 70s fueron tánato-políticas. Paso a desarrollar la idea que quiero compartir con ustedes, y que el libro de Bermani, en ese ambiente hostil, de hombres reprimidos por un poder que no divulgaba saberes, sino que los aplastaba, en ese clima de oscuridad y chatura, pobreza y miedo que rodearon los años de plomo, podemos ver que no hubo lugar para el desarrollo de las subjetividades “cuanto más uniformidad y personas iguales haciendo maza; mejor”.

El silencio, la represión (la violencia física) la falta de posibilidades para desplegar la subjetividad fueron los artilugios que usó el gobierno, usurpando la democracia, para modelar y crear subjetividades, que lejos de lo humano se ubicaban, tratando de despojar lo propio de ellas. Dentro de las Tecnología de Poder se imponía el Dispositivo Disciplinario con el ejercicio de la domesticación de los cuerpos en pos de un ideal de masculinidad y sacrificio que tiene que ver con las prácticas reproductivas de un sistema heteronormativo donde no hay lugar para las personas diferentes (¿diferentes a qué?) la heterosexualidad como obligatoria y todo su sistema normativo. Las sexualidades, así como los géneros se producen, desde un Dispositivo de Poder- hegemónico. Pero, como siempre que hay represión también hay resistencia. No solo los discursos disciplinarios, el saber médico-jurídico, el de la ciencia siguiendo el camino de verificador de verdad como creencia absoluta que dejó vacante la religión, configuraron nuestras personalidades, también el cine (el arte en general), los movimientos disidentes (el FLH Frente de Liberación Homosexual ya estaba activo desde 1972), posibilitaban una mirada crítica y alternativa frente a tanta reproducción de cavernícolas sin cerebro, que víctimas de un sistema de poder hegemónico, autoritario y violento reproducían una práctica que arrasaba con todo tipo de subjetividades. No es casual que las primeras alianzas de los colectivos LGBTTIQ tuvieran que ver con Las Madres de Plaza de Mayo (dos tipos de identidades subversivas, invisibilizadas y desaparecida).

En la página siguiente Bermani dice: “¿Y si salgo marica, qué? En el club todos se ríen cuando ven a un pibe medio maricón. A mí no me molesta. A  principio de año vino uno. Bruno, se llamaba. Se notaba que era marica. Todos lo jodieron un poco y Messina lo hizo revolcarse más que a nosotros. Me parece que, haciéndose el gil, trató de que el pibe no siguiera. Una lástima”. En este párrafo, del libro de Bermani, que tomamos para su análisis, podemos ver como el tema del género o las prácticas performativas del género, hacen encajar, con violencia física y psíquica, a las personas que se mueven con destreza y libertad dentro de un binomio ficticio y creado para la manipulación de las personas en pos de su opresión para el beneficio económico, en sentido amplio, de unos pocos. También, como el saber de la época (saber es poder) confundía u homologaba el género con la orientación sexual (que también es binaria, ficticia y hegemónica). Esta manipulación genera opresión y violencia, que se fue configurando de manera naturalizada. Pero también emergen las personas que resisten frente a la opresión y la violencia física y simbólica.

Esto nos lleva a ver el lado B del Mundial 78, según Alejandro Modarelli y Flavio Rapisardi en “Los gays porteños en la última dictadura”, dice: “Se estaba festejando el triunfo. Venían hordas de varones de todos lados, salían de los trenes, de las alcantarillas, con banderas, camisetas. Se llenó el baño y un grupo de locas nos quedamos ahí durante un buen rato, a ver si de tanta algarabía se ligaba algo. De pronto las luces se apagan; quedamos casi a oscuras. Era un sueño. Todos los tipos se pusieron a cantar y uno gritó a ver quién es el macho que me la chupa. Los disfrazados de machos aparecimos en seguida. Las mariquitas armamos en la tetera la contra-fiesta del Mundial”.

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