NO LLORES POR MÍ, ARGENTINA

Néstor Perlongher: mi patria

26 de mayo, 2020

Episodio en la escuela (mayo 2019)

La maestra lo miró mal. Él no era un alumno, era un colega, pero igual su mirada seguía clavada en él, y bajaba de sus ojos a la soplaba izquierda del guardapolvo blanco donde, según lo que la maestra esperaba era que llevara prendida, como todxs, la escarapela celeste y blanca. La furia se desató cuando la docente lo inquirió, sin tapujos, mientras la vicedirectora se acercaba por el pasillo para ver qué pasaba, si él era o no patriota; como si se tratara de un mandato obligatorio, heterosexual y blanco al que debía adscribir, sí o sí.

Un círculo de maestras los rodearon, en principio tratando de entender qué era lo que pasaba y después mirando a su compañero de trabajo con odio como si quisieran pegarle. Algunas palabras que soltaron al viento, que fueron como lanzas, tenían que ver con: “¿Así das vos el ejemplo a tus alumnos?” ¿Sos argentino o extranjero que no usas la escarapela como es debido? La maestra de plástica, que para el estereotipo de muchxs podría ser una mujer volada y delirante era una de las más intolerantes que a en clase solía decirle a lxs alumnxs: “Ustedes me arruinan el día. No los soporto. Con solo verlos ya entiendo de dónde vienen”, miraba al maestro con un odio tal que parecía decirle con sus ojos lo que pensaba: “Encima de puto antipatriota…”.

“Pero… ¿Por qué tengo que reproducir el cuerpo nacional?” dijo por fin el maestro, mientras nadie atendía a lxs alumnxs que estaban formadxs y deformadxs en el patio esperando el saludo a la bandera para, por fin, poder irse a sus casas. En cuanto pudo, alguien lo agarró del brazo y se lo llevó a un rincón. Las maestras y el profe de gimnasia, que miraba todo como en una platea de un estadio de fútbol, sin soltar la bolsa con las pelotas y la torre de conos del otro brazo, parecieron recobrar las tareas de sus puestos de trabajo y empezaron a gritar: “Silencio y respeto. ¡Respeto! gritaban algunxs… Cuando lxs chicxs se formaron como soldados, en hileras y empezaron a repetir “La Oración a la Bandera” me pregunté si algunx entendía lo que decía la letra, que todxs repetían, como si fuesen zombis. Las maestras también parecían zombis que acataban la orden de la directora, que respondía a la inspectora, y ésta, por supuesto, a la Patria y al Estado; pero ningunx se preguntaba si tenía sentido seguir obligando, porque era obligatorio, a lxs niñz a repetir como loros algo que no entendían. A nadie se le ocurrió hacer una propuesta creativa como por ejemplo, saludar a la bandera cantando todos los días una canción diferente o despedirse de otras maneras. Probablemente porque no estaba instalado, en ese colegio y creo que en ninguno, la posibilidad de pensar. En las escuelas no se va a pensar ni a proponer cambios. Hay que hacer lo que se viene haciendo desde siempre, porque es así, se acabó; como en el ejército o en la iglesia.

Diálogo con un anti-patriota

“No, la bandera no me representa. ¿Qué querés que te diga…? Así como no me siento argentino, tampoco me siento porteño ni latinoamericano”. Me dijo cuándo le prepuse charlar para escribir esta nota y me acordé de una vieja canción de Facundo Cabral que decía: “No soy de aquí, no soy de allá”. “¿Viste lxs pibxs? Todos formados igual, uno detrás de otro? No los tenemos que dejar hablar. Tienen que mirar al frente, a la bandera…, pero no porque lo sienten, sino porque lxs obligamos… Están sometidxs a reproducir el cuerpo nacional. Y nadie se da cuenta de nada, ché, nadie lo cuestiona, nadie hace nada. Es terrible”, me dice mirándome fijo para después agarrar el pocillo de café y llevárselo a los labios.

Hablando sobre las normativas en los colegios no podemos dejar de recordar los gritos, casi permanentes, que sin duda son a diarios a los que son sometidos lxs chicxs, por parte de lxs adultos docentes. Son lxs menores lxs que tienen que bajar la cabeza y “respetar a la autoridad”, y si lxs enfrentan: son castigadxs y lxs mandan a la dirección.

¿Todavía se usa castigar a los alumnos?, pregunto, no sin ingenuidad. “¿Y qué te parece a vos?” me responde el maestro con ironía, y me da un par de ejemplos obvios. “Es que no los pueden manejar”, me dice. Pero, claro, el problema está en querer manejar a lxs niñez, en vez de escucharlxs, motivarlxs, hacerlxs pensar y que sean creativxs; no. Por el contrario, lxs gritan y castigan. No estamos en el siglo pasado, aunque sí, lo parece, y mucho. Y tampoco estamos en un lugar alejado de todo, donde no llega Internet, ni nada. Estamos en CABA, en un colegio privado del barrio de Barracas. El maestro me pidió, por favor, que no dijera su nombre; y ese fue el pacto para publicar este artículo. Después me dice que va a proponer izar la bandera de los 7 colores aunque que ya sabe la respuesta que va a tener de lxs directivos. “Crónica de una muerte anunciada”, le digo. Él se ríe y me contesta: “Prefiero que me echen y no renunciar. La resistencia es lo único que nos queda”.

Algunas consideraciones teóricas

La reproducción del cuerpo normal, normativizado, es lo que se reproduce en el sistema Del Ser Nacional, cuyo objetivo es la reproducción, en el sentido de equiparar a la sexualidad con la reproducción, es decir, la producción de seres: varones, masculinos y útiles ¿para qué? Para servir a la patria (con mayúscula, como nos enseñaron a escribir la palabra ejército o dios). Un Estado que valoraba a los hijos varones para que sirvieran a la patria, hombres que pudieran ocupar el lugar viril que ocuparon los próceres. ¿Es eso lo que yo quiero? ¿Es eso lo que voy a sostener al desintegrar mi ser en la fila, en la masa, para formar un solo ser (uniformado, indistinto y patriótico, vestido de celeste y blanco, indiferenciándome del resto) sosteniendo la ida de patria= macho, que a través de la fuerza física pelea hasta la muerte por la patria? Romper la continuidad de equiparar a la sexualidad con la reproducción, del hijo varón con la continuidad del apellido y del patriotismo con lo viril y masculino es una forma de decirle no al patriarcado. ¿O hay alguna prócer mujer a la que se adore y enseñe en la escuela?

El cuerpo médico, el cuerpo clerical, el cuerpo militar, el cuerpo docente

El cuerpo heterosexual, producido en el ejército, en el colegio, el cuerpo colonizado es el cuerpo del prócer. ¿Y el cuerpo marcado como desvíalo, no fuerte, no estandarizado (el que no tiene o no quiere tener acceso al poder de la reproducción del ser nacional)? El cuerpo heterosexualidad que se hereda y que no se cuestiona es distinto al cuerpo de las sexualidades divergentes, que no se construye en relación a la marcación ni a la otredad, sino a la libertad y el placer elegido. Así, el cuerpo productor de esperma o de óvulos germinadores, donde los órganos reproductivos pasan a ser el centro de su ser ocuparía otra función (no de organicidad) y la ficción de “la mujer”, reducida a transformarse en un útero-reproductor para ser madre, también caería.

Si el Estado es normativo, en beneficio de producir seres nacionales que reproduzcan el sistema reproductivo la pregunta vuelve a ser la misma: ¿Quiero contribuir con mi presencia, en un evento patriótico, donde se sostiene como una religión este sistema de estado-nación- patriarcal para que siga reproduciéndose? ¿O quiero que Naty Menstrual sea presidentx?

Xenofobia

En sus inicios, el Estado contó con habitantes de una diversidad de orígenes: los múltiples pueblos originarios que poblaban esta región, los españoles, los criollos y las personas nacidas en el continente africano traídas como esclavos por los europeos, entre otros. A fines del siglo XIX y principios del XX se sumaron inmigrantes de Europa y, luego, de los países latinoamericanos (en particular, de Bolivia, Perú, Paraguay, Chile y Uruguay). Sin embargo, el Estado-Nación no generó políticas que respetaran y promovieran esta diversidad. Por el contrario, negó la herencia indígena y afro-americana e impuso la homogenización de la identidad sobre la base de la hispanidad católica. Esa Patria no me representa. Sí, al igual que el maestro de la escuela de Barracas soy anti-patriota ¿y qué?

Paul B. Preciado dice: “Cierra el ano y serás propietario, tendrás mujer, hijos, objeto, tendrás patria”. Perlongher hablaba de “socializar el ano”. La apertura colectiva del ano, es decir, abrir el culo como cavidad orgásmica y como un músculo receptor, no productivo ni reproductivo, como bio-puerto mediante el cual el cuerpo queda abierto a unos y a otros, es la penetrabilidad invariable. Posibilita que lo masculino y lo femenino se intercambien, y tiene sin duda efectos políticos que no tendrían que ver con el patriotismo, o por lo menos tal como lo conocemos hoy en día.

Paul B. Preciado en “El culo de la historia”, artículo del libro “Un apartamento en Urano”, escribió: “Nuestra percepción es tan conservadora que nos resulta más fácil sentir el viento del Paleolítico que respirar la nube bioquímica del ahora… Un viejo tren llamado patria, Estado Nacional, gramática nacional, salud nacional, paraíso nacional, masculinidad nacional, pureza de la raza nacional, violación nacional, campo de concentración nacional… Pero el culo de la historia corre y nos lleva ventaja. Vivimos un cambio de paradigma”; aunque muchxs no lo quieran ver. Las luchas que desorganizan la hegemonía blanca y masculina forma una potencia transformadora. Es una lucha cooperativa que no puede ser capturada por la lógica binaria y sexista de los partidos políticos reinantes, por eso los transfeminismos, las políticas de descolonialización, las antiproducivas es una transformación política de insurrección y de imaginación. Desobediencia civil es revolución.

Perlonger es mi patria

Néstor Perlongher fue uno de los líderes del FLH (Frente de Liberación Homosexual) en Argentina y trabajó para que se creara uno propio en Brasil, junto a Glauco Matosso, donde dejó una profunda huella  y su legado es cosa de académicos y de movimientos de minorías sexuales. “Me llaman el padre del movimiento gay cuando todos saben que soy la tía”, prefería decir sobre su lugar fundante en el movimiento de minorías, como lo demuestra una carta enviada a su amiga Sarita Torres, integrada a la compilación de más de 200 misivas que reunió la investigadora Cecilia Palmeiro. Para mí, la patria no un pedazo de tierra. Para mí, el lenguaje, es mi patria. Y Perlongher es mi patria: la patria que hace cuerpx.

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