LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE FERNANDA

14 de abril, 2022

Por Facu Soto

multifacética Fernanda Lagunas, allias Dalia Rosetti a la hora de escribir poemas, cuentos y novelas

Artista visual, escritora y curadora. Fundó el espacio de arte y editorial Belleza y Felicidad que funcionó entre 1999 y 2008. “El poema es una necesidad de transformación para mí”, afirma Fernanda Laguna escribiendo un poema para su toallita femenina, focalizándose en cosas cotidianas que para muchxs pasan desapercibidas o son cursi Fernanda Laguna, alias Dalia Rosetti como escritora, en el 2003 abrió una sucursal de Belleza y Felicidad en el barrio de Villa Fiorito que aún sigue en actividad, convirtiéndose en la Santa Fernanda no reconocida como tal. Ha curado más de 200 muestras en espacios independientes y museos de Argentina y el exterior, como el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, Museo de Arte Contemporáneo de Niteroi (Brasil), Consulado Argentino en Nueva York (USA), entre otros. Obtuvo las becas Kuitca y la Foundation for Arts Initiatives y oscila entre entre las artes visuals y la escritura, sin dejar de lado la curaduría, la docencia y sobre todo la vocación por el arte y la solidaridad.

De la literatura al teatro

Como Dalia Rosetti publicó poesías durante varias décadas en su propia editorial artesanal (fotocopias dobladas e ilustradas en una bolsita de naylon con una medallita dorada de plástico) y su primera novela (donde integra tres relatos) “Me encantaría que gustes de mi” (2006, Ed. Mansalva) llega ahora al teatro en una versión de Luciana Mastromauro (estudió actuación con Pompeyo Audivert y Ricardo Bartis y desde 2007 forma parte de la Compañía Vilma Diamante con quienes presentan la obra «Luisa se estrella contra su casa». Fue nominada al Premio ACE 2009 Revelación Femenina) que pareció retratar a las dos vertientes de la autora (la escritora y la artista plástica) con una precisión asombrosa. No es Dalia Rosetti ni Fernanda Laguna la que protagoniza esta puesta en escena, sino Fernanda Rosetti. Y es en esta ambigüedad, donde también Fernanda Laguna y Dalia Rosetti juegan, van y vienen, con lo binario, para resquebrajarlo –y lejos de la unidad pretendida de portar un único nombre- la actriz Sol Fernández López (forma parte del programa Teatro Escolar, dependiente del Ministerio de educación; desde el año 2007, como docente de teatro, es titular de Cátedra en la carrera de actuación, Actuación III y IV, del Instituto terciario ISEC, desde el año 2016) la que protagoniza e interpreta este unipersonal, con un asombroso parecido a la Fernanda Laguna que conocemos cuando vamos a sus lecturas o a visitarla en su galería Para vos Norma Mía. Pero es en ese ambiente de ficción que se vuelve tan realista como la pandemia que estamos viviendo que encuentra a la protagonista, Fernanda Rosetti, yendo del trabajo a su casa, acompañada siempre por el whisky y la soledad, tan propia de nuestros tiempos. Y es ese clima que (otra vez dos y no uno) la directora y la actriz, Luciana Mastromauro y Sol Fernández López) supieron lograr, que la sordidez de una casa vacía, con algún sillón, un teléfono, una botella de whisky unas paredes con un empapelado tan kitsch como triste, que nos vivimos ese mundo de la profesora de letras, que no para de buscar el amor, ahí donde se esfuma, como en la vida. Y es en ese devenir, ir y venir, de la casa al trabajo y del trabajo al hogar, donde Fernanda Rosetti se encuentra con ella misma, como si las dos mujeres, la profesora y la buscadora de amor, fuesen dos identidades diferentes que se encuentran en el vacío.

El vacío pareciera no ser casual, es otra de las características de la autora del libro “Me encantaría que gustes de mí”, dado que recorre con énfasis toda la obra, que cuenta con el tiempo justo para degustar y salir de la sala satisfecho. Es ese equilibrio del tiempo, de la obra y de Fernanda Rosetti en la escuela y en su casa, lo que hace que la obra funcione sin un más allá. Porque no hay, aparentemente, nada más allá de lo que vemos. Y es ese vacío existencial, que podríamos relacionar con el vacío de la posmodernidad con el que se tildó muchas veces a la autora de la obra, con el que nos encontramos y el que arrastramos cuando se prenden las luces y salimos de la sala. Pero este vacío, que nos transfiere la profesora de letras y la buscadora de amor, a diferencia de otrxs, no tiene etiquetas; y quizás es eso lo que angustia, porque no hay más allá ni más acá que eso que vemos.


El libro publicado por Mansalva en el 2006 sobre el que se basa la obra de teatro

Sobre “Me encantaría que gustes de mí” (el libro)

Los tres relatos de Me encantaría que gustes de mí constituyen una insinuación autobiográfica debido a su efecto de inmediatez, oralidad y la convergencia en una voz única. “Durazno reverdeciente” es el que más coquetea con esa insinuación mediante la mezcla del nombre de la autora con el de la narradora que se llama Fernanda Rosseti, pero en una variable insólita: la autobiografía futura. Fernanda Rosseti tiene 65 años, es panzona, canosa, y muestra un pasado extrañamente común con el de la narradora de “Me encantaría que gustes de mí” y “Alejandra”. Me encantaría que gustes de mí inventa el género novelita lesbo-playera o de surfismo sáfico. El libro fue publicado por Mansalva en el 2006, y cuenta con una primera versión donde se encuentra el relato “Durazo reverdeciente” en versión cartonera, publicada por Eloísa Cartonera y con tapas artesanales pintadas por el escritor y artista plástico Washington Cucurto (hoy una pieza de colección incunable).

“Me encantaría que gustes de mí”

 Jueves a las 20:30

Teatro Beckett. 

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