GUILLERMO SEVERICHE NOS DELEITA CON SU PRIMER LIBRO «EL AGUA VIENE DE NOCHE»

16 de febrero, 2022


Guillermo Severiche es egresado del Profesorado de Letras de la UNCuyo, e interesado más en la carrera académica que en la literatura, postuló para diferentes becas que fue ganando en forma consecutiva y que lo llevaron a desarrollar una incipiente carrera de escritor en Nueva York. Hace pocos días presentó en Mendoza su primera novela “El agua viene de noche”. Ahora lo esperamos en Buenos Aires, para que cuando vuelva a la Argentina nos deleite con una lectura y charla por estas pampas.

Me sorprendió gratamente tu libro “El agua viene de noche”, lo encontré atrapante, desde una prosa que no suele ser la habitual a nuestros días hasta por la temática y el contenido… ¿Cómo te está yendo con el libro?

Muy bien, estoy muy contento con la publicación y la recepción que ha tenido hasta ahora. Su publicación es muy reciente y todavía queda la presentación en Nueva York, así que creo que todavía quedan más cosas que vivir con este libro. Al ser mi primera novela, mi primera publicación, estoy más que nada disfrutando de la experiencia. Lo que encuentro interesante son las formas en que la gente la ha leído hasta ahora, porque si bien mucho de lo que yo buscaba hacer con el texto se consigue también hay cosas que no había notado y que tiene mucho sentido cuando me lo apuntan. Hay personas que me han comentado del sentido plástico del texto, por ejemplo. Me ha sorprendido también que la gente se ha enganchado con la lectura, que los ha atrapado, cosa que no me esperaba.

Lo encontré muy creativo, por el procedimiento que usas, con notas a Manuel Puig, sobre todo el Puig de “La traición…”. No puedo dejar de preguntarte por tus influencias literarias, si tuviste en mente algún autor o libro a la hora de escribir este, y cuál fue el procedimiento para hacerlo.

Puig me encanta, claro. La disposición de las voces viene mucho de ahí. Ese énfasis al habla de las personas, lo cinematográfico. Igualmente algo que buscaba era desarrollar una voz narrativa que se amalgamara con las voces de los personajes, con la del personaje principal sobre todo, Atilio. Una voz narrativa que pasara de la tercera persona a la primera, con un desliz poético sobre todo, dejándome llevar pero con precisión para que no cayera la construcción narrativa. Virginia Woolf me sirvió, la estudié, me leí muchas veces Mrs. Dalloway que es una novela que adoro. También el Saramago de Ensayo sobre la ceguera y el Joyce del Retrato del artista adolescente y el último capítulo del Ulises fueron referencias importantes. Estas lecturas me ayudaron sobre todo a experimentar con las voces, jugar y establecer reglas de lectura que se van tensando a medida que avanza la novela. Hay un narrador y personajes que hablan, pero eso se va complejizando cada vez más. Creo que me gusta mantener una atención no solo a la historia en sí sino también a los procedimientos, porque como escritor me entretiene más esto también.

Vivís en NY desde hace mucho tiempo y te va muy bien allá. ¿Cómo es el panorama literario under allá? ¿Qué similitudes y diferencias ves con el circuito literario de Buenos Aires?

Pues soy de Mendoza y viví allí la mayor parte de mi vida. Así que Nueva York es la primera ciudad de grandes dimensiones en la que vivo. Acá los circuitos son infinitos. Todo depende de qué es lo que te interesa. Yo más que nada me muevo en el círculo de literatura escrita en español, que también abunda y es diversa en la ciudad. Los circuitos son varios. Los hay más académicos, institucionalizados ya sea por el gobierno o por instituciones de otros países, pero también hay círculos más locales e independientes. Salen lecturas, talleres, encuentros en diferentes sitios. Hay librerías que trabajan en español y centro culturales que dan espacio a nuestra lengua. Pero la pandemia ha frenado mucho todo. Sin embargo está regresando. Ahora que estuve en Mendoza en diciembre pude ver una movida muy agitada y con energía. Tanto de librerías como de círculos independientes y del gobierno. Hay más lecturas, eventos, ferias. Hay un gran liderazgo de la gente local que escribe y una necesidad de encontrar ese material y esas voces. Supongo que en un punto no difiere mucho de lo que pasa acá en Nueva York y me imagino que es igual en Buenos Aires.

¿Se usa, allá, corregir textos en talleres literarios, tanto como acá?

Totalmente. De hecho, yo hice el máster en escritura creativa en español en NYU. Esta novela es el resultado de esa maestría, es la tesis final que escribí con la dirección de Diamela Eltit. No solo tuve su guía durante el proceso – lo cual fue un privilegio absoluto – sino también el apoyo de compañeras y compañeros que leyeron el texto y aportaron mucho. Hacíamos eso. Nos leíamos y comentábamos y cada persona hacía su contribución. Este es un espacio universitario, pero los hay fuera, abiertos al público general. Mucho de eso se ha movido a lo virtual o quedó un poco en stand by por la pandemia. Pero ahora se está reactivando. Sigo en contacto con colegas de NYU y hay mucha energía para restablecer los talleres que teníamos hace unos años.

¿Adscribís a la idea de considerarte un escritor queer, un escritor que tuerce los márgenes, que quiebra fronteras?

Digamos que en todos mis textos hay algo queer. No solo en la temática, sino como decís en querer pasarse de la raya, ir a lo controversial quizás, poner un pie en lo delicado. Muchas veces eso tiene que ver con el deseo, con entender la dimensión afectiva del cuerpo, pensar el cuerpo y la corporalidad con la escritura. A veces tiene que ver con la historia o con sentimientos que los personajes experimentan. En esta novela, por ejemplo, Atilio siente por primera vez el miedo al infierno, un miedo infantil que es un miedo absoluto, concreto, porque descubre que su deseo – el que reconoce – es prohibido y le asegura el castigo eterno, según dicen las personas a su alrededor. Eso me pareció muy interesante para explorar. Los miedos. Y aparecen de muchas formas en el texto.

¿En qué consiste la serie de lecturas y talleres En construcción?

En el 2019 me gané una beca del Queens Council on the Arts, que es una de las instituciones del gobierno de la ciudad de Nueva York, para escribir una novela y armar un proyecto nuevo dedicado a la literatura en español. El texto que escribí es de hecho mi segunda novela, Cochabamba, que sigo trabajando ahora también. Y el proyecto fue En Construcción. Lo que hacemos es invitar autoras y autores de América Latina que viven en Nueva York a participar en lecturas colectivas. Cada persona tiene 15-20 minutos y comparte un trabajo “en construcción”, es decir, no publicado y que está escribiéndose. En mi beca, yo debía presentar parte de la novela, lo cual hice en diciembre del 2019. Pero invité a más personas, hicimos varios eventos en persona hasta que llegó la pandemia. Nos pasamos a modo virtual por un tiempo. Pero ahora estamos de vuelta en persona en una librería en Jackson Heights, en Queens. También hacemos talleres gratuitos y cortos que son online. Así que pueden chequear nuestro Instagram o Facebook para anotarse a lo que se viene – ahora en abril seguro tendremos un taller de poesía. Y también pueden chequear la página para ver lo que se ha hecho: www.enconstruccionnyc.com

¿Hasta qué punto te interesa lo afluente a la literatura, en cuanto a la prensa y difusión, en relación al acto de escritura creativa en sí, que es lo que haces –y lo haces de forma deliciosa-

Pues quisiera creer que uno solo debería preocuparse en escribir y nada más. Pero es importante poder encontrar a los lectores también. Así que la prensa es importante, la difusión es importante para acercar el libro a las personas. No sé hasta qué punto esto después rebota en la escritura misma. En mi caso yo pienso en los lectores, en cómo se puede recibir esto, pero en el sentido de querer mantener la atención, de establecer un juego en el que las personas que lean también puedan participar. Creo que busco esa complicidad.

¿Cómo ves el panorama literario, en especial divergente, gay o queer, argentino desde allá?

Creo que lo más interesante sale de ahí y de la escritura de las mujeres, al menos para mí. Ahora que estuve en Argentina busqué todo lo que no puedo encontrar desde Nueva York. Acá es posible encontrar gente con mayor acceso al mercado internacional como Gabriela Cabezón Cámara – a quien adoro – por ejemplo. Pero aproveché y me traje libros de autores del interior a través de la librería virtual Salvaje Federal – propuesta muy necesaria por cierto. Me traje It Girl de Diego Puig, Diario de una marica mala de Ulises Rojas, Machito de Gael Policano Rossi, y me apiñé de libros de Santiago Loza, a quien admiro mucho.

¿Algún mensaje para lxs lectores de Buenos Aires Inclusiva?

Muchas gracias por la atención y ojalá les guste la novela. Encantado acá de seguir en contacto y de escuchar lo que quieran comentarme sobre el texto.

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