Asaltos

 

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La ambigüedad de los intelectuales de vanguardia: Más poesía y menos policías. «No necesitamos a alguien que vigile nuestras acciones, parados ahí, vigilándonos, para que podamos ser libres», dicen y tienen razón. Pero la mirada vigilante, por más que pase por nuestras cabezas también, y sobre todo, tendría que estar dirigida a los maleantes (cosa que no suele pasar porque la mayoría de las veces la mirada vigilante cae sobre sus celulares, que como adolescentes miran y chequean todo el tiempo).

Que no debería haber policías en las calles, es cierto; pero eso sería en un país de vanguardia, ideal. Y Argentina está muy lejos de ser Australia. Muy por el contrario, la presencia policial en las esquinas (lamentablemente en en el día de hoy y hasta que se haga un plan a largo plazo de política de vanguardia en serio y se disminuya la pobreza a grado cero) necesitamos policías en las calles. Pero policías atentos, que sepan desplazarse y correr (en Francia durante la mañana entrenan en el gimnasio y sus cuerpos parecen de actores porno, mientras que nuestros lamentables policías no pueden agacharse a levantar a gorra cuando se les cae).

Lamentablemente cuando sucede un hecho trágico se llena de policía la cuadra, pero a las pocas semanas desaparecen y todo parece volver a empezar… Los datos que leeremos a continuación se desprenden del Informe sobre Homicidios 2016 elaborado por el Consejo de la Magistratura de la Nación (CMN), presentado este viernes. Las cifras indican una baja en la cantidad de homicidios en la Ciudad durante ese año, con respecto a 2015. De 175 descendieron a 147. Y la tasa cada 100 mil habitantes se ubicó en 5,09, frente a 6,05 del periodo anterior.

Buenos Aires sigue teniendo uno de los índices de crímenes más bajos de Latinoamérica. Pero los números pueden ser engañosos. Y lo que ocurre en Recoleta, uno de los barrios con tasa 0 de homicidios, es muy distinto a lo que pasa a escasas cuadras, en Retiro, el barrio porteño que tiene una tasa de 24,45 asesinatos por cada 100 mil habitantes, la más alta de la Ciudad. Le siguen Barracas (17,8) y Flores (17,07). Los tres tuvieron en 2016 un porcentaje de homicidios mayor a Moreno, el municipio con más crímenes por 100 mil habitantes (15,8) del Conurbano durante ese año, y Rosario, cuya tasa fue de 14,5.

El médico Pascual Mollo (69) festejaba el cumpleaños de una de sus hijas en su casa de Rivera Indarte y avenida Directorio, en Flores. La noche del 10 de diciembre de 2016 había salido a despedir a unos invitados, cuando apareció un grupo de asaltantes. Mollo evitó que los ladrones ingresaran a su casa, donde estaba su familia, y recibió un tiro por la espalda. Murió horas después. El caso desató una fuerte polémica en torno a la atención del SAME y subió la temperatura en un barrio que terminaría de explotar dos semanas después, con el el crimen de Brian Aguinaco, un chico de 14 años baleado por motochorros. La furia vecinal provocó un estallido en contra de la comisaría 38° y el cambio de la cúpula policial.

Esos casos no fueron hechos aislados. En 2016, Flores fue el barrio de la Capital en el que hubo más asesinatos (28), seguido por Barracas (16), Retiro (16) y Villa Lugano (14).

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